El que tira del carro
Esta temporada tenía que haber celebrado, y a lo grande, sus treinta años como matador. Y se había planteado un reto: torear más que nadie en una campaña tan especial. Y lo sigue intentando, pese a lo complicado que está todo.
Esta temporada tenía que haber celebrado, y a lo grande, sus treinta años como matador. Y se había planteado un reto: torear más que nadie en una campaña tan especial. Y lo sigue intentando, pese a lo complicado que está todo.
Huelva sí puede. Y ahí la tienen 2 y 3 de agosto con su feria. Pero el resto de las capitales andaluzas, no. La pobre taurinamente Cádiz capital, muerta taurinamente hace mucho, sin plaza. No puede, claro. Ni tampoco las otras seis capitales andaluzas y dicen que taurinas (ya lo veo cuando hacen falta). Sevilla, que a ver si puede por San Miguel, pero que… leleré. Y Málaga, Córdoba, Granada, Almería y Jaén, ya veremos, pero va a ser que no. Algunas tiraron la toalla hace meses.
La temporada de festejos populares se ha reactivado en la Comunidad Valenciana después de meses de trabajo y reuniones entre la Federación de Peñas y el Gobierno autonómico. En acuerdo alcanzado permite la ocupación del 50% del aforo de las plazas y recintos donde se celebren los actos taurinos. Sin embargo, la temporada de toreo profesional pasará en blanco porque los empresarios de los cosos de Alicante, Valencia y Castellón han preferido escudarse en la inviabilidad de organizar corridas si se cumple la normativa nacional, antes que negociar una mejora de las condiciones de ocupación de los tendidos.
Siempre se ha dicho, y así lo dicta la experiencia: hasta el rabo todo es toro. Nunca se puede cantar victoria antes de tiempo ni vender la piel del oso sin haber cazado al plantígrado. La pandemia no está superada, ojo. El virus sigue haciendo daño.
Tras haberse completado la “desescalada” ya está permitido organizar corridas de toros. Comienzan a anunciarse algunos festejos, pero en cuentagotas y en cosos de escasa repercusión. Que se sepa, no hay empresarios que apuesten con firmeza por las plazas importantes, los toreros que año tras año se quejan de la falta de oportunidades no solicitan actuar, los ganaderos no ofrecen sus toros a precio de saldo y los subalternos parece que no acaban de entender la situación de la tauromaquia.
Verdadera e interesante historia. He escrito poco de Pablo Aguado y ese poco antes de su explosión, pero le he seguido mucho. ¿Digo mucho? No: muchísimo. ¿Muchísimo?. Más todavía: todo. Por detrás de su familia, supongo, pero ni un peldaño abajo.