Javier Cortés y Enrique Amat en la Casa de Madrid de la Ciudad Condal.
Nuestro compañero Enrique Amat, periodista y escritor, presentó su libro Las propinas de Dios el pasado sábado 16 de noviembre en la ciudad Condal. Fue con motivo de la XLI edición de la Feria de Otoño, en un acto que tuvo como escenario la Casa de Madrid en Barcelona con la colaboración del Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida y en el que también se celebró un coloquio con el matador de toros Javier Cortés.
El evento, que tuvo lugar en el salón de actos de la institución, contó con una altísima afluencia de aficionados, entre ellos un grupo numeroso llegado de Nimes con los componentes de la peña taurina Javier Cortés de esta ciudad francesa.
El acto estuvo presentado por el presidente de la entidad, Florencio García y luego el escritor Nicolás Sampedro introdujo a los componentes de la mesa.
Posteriormente, Enrique Amat presentó el libro, haciendo alusión a que el título está inspirado en una célebre frase que en su momento pronunció Rafael El Gallo. Luego analizó el la obra, indicando que el lector se la puede plantear como una conversación privada con los 80 personajes que protagonizan el volumen. Matadores de toros, banderilleros, toreros cómicos, ganaderos, empresarios, y gente de otras facetas, como bailarines, cantaores, motoristas o futbolistas, quienes hablan de su relación con la fiesta de los toros.
Tras la presentación,, Enrique Amat hizo una entrevista en profundidad al matador de toros madrileño Javier Cortés, quien manifestó considerarse un torero de Madrid, plaza en la que ha toreado en numerosas ocasiones. También habló de cómo afrontar la adversidad, ya que un grave percance le ocasionó una seria lesión en el ojo derecho, a pesar de lo cual sigue en activo. “Me han crecido las alas de las cicatrices, el título de la canción de Mikel Erentxun, es un slogan en mi vida.”
La temporada pasada Javier actuó en plazas como Melilla, donde cortó tres orejas, alternando con Roca Rey e indultó un toro de Arauz de Robles en Baza. “Fue bonito torear en África, en la llamada Mezquita del toreo y con Roca Rey. Lo que por un lado te quitan las empresas, cuando no te repiten en plazas en las que has triunfado, por otro va y te lo encuentras sin esperarlo. Estas son las cosas que tiene el toreo.”
También se refirió al toreo como una simbiosis de la lidia y el poder dominar a un toro y la subsiguiente creación del arte. La simbiosis de lo que fue en definitiva fue la revolución belmontina.
Junto a la plaza de Madrid, manifestó sentirse muy a gusto en cosos del Norte, como Bilbao, Santander y las plazas francesas. Amante de la historia de la tauromaquia, expuso su admiración por toreros como Rafael El Gallo, Juan Belmonte, Manolete y Manuel Benítez El Cordobés. También su satisfacción, porque en su momento, los aficionados de la Villa y Corte le comparasen con Antoñete y Curro Vázquez, y aseguró que sus dos grandes referentes han sido y son José María Manzanares padre y José Tomás.
Posteriormente se celebró el tradicional cocido madrileño, durante el cual Javier Cortés donó una muleta para los fondos de la Casa de Madrid en Barcelona, que está próxima a cumplir el 50 aniversario de su fundación.