Claro que hay fanáticos y partidarios anónimos que pretenden darse más importancia que los toreros, este episodio no tiene desperdicio.
– ¿Ah, también conoce Vd, a Pepe Luis?
– Hombre, íntimo, íntimo.
Pepe Luis abrió mucho los ojos, pues no había visto nunca antes a aquel señor.
El parlanchín y embustero, preguntó a su vez:.
– ¿Vd, conoce a Pepe Luis?
– No señor– denegó el torero.
– Pues sepa Vd, que es torero gracias a mí.
– ¿De veras?
– Como se lo digo. Yo fui quien lo descubrió. Así que cogí al chaval y me lo llevo a Sevilla.
Oye tú, le digo al empresario que es amigo mío. A este chico hay que sacarlo. Pero tu estas loco, me dijo el empresario.
Nada, nada que lo he visto torear esta tarde y hay que ponerlo-
Lo pusieron. Excuso decirles que cuando voy a Sevilla procuro que no me reconozcan, por que sino, no tengo más remedio que alojarme en su casa, quiera o no quiera.
Pepe Luis, que no daba crédito a lo que estaba oyendo, no tuvo más remedio que despedirse, dar media vuelta y dejar a aquel chalado con sus fantasías.