Cortó las dos orejas del cuarto, el único ejemplar de la tarde que dio opciones.
Madrid, 9 de mayo.
Plaza de Las Ventas.
Primer festejo de San Isidro.
Lleno de ‘No Hay Billetes’
Toros de Victoriano del Rio.
Talavante, silencio y dos orejas.
Juan Ortega, silencio tras aviso y silencio con aviso.
Clemente, que confirma su alternativa, ovación tras aviso y silencio con otro aviso.
Miguel Ángel Herráiz
Foto: Plaza 1
Primer festejo de la Feria de San Isidro, con astados de Victoriano del Río y Toros de Cortés (5º y 6º), en el que Alejandro Talavante consiguió las dos orejas de su segundo y la primera Puerta Grande del presente serial. Fue el único ejemplar de la tarde que dio opciones a la terna, el resto mostraron variedad de comportamiento y, aunque su presencia fue acorde a la categoría de la plaza, no permitieron, en general, el lucimiento de Juan Ortega que lo intentó en su lote, con un primero noble que fue a menos y otro manso a la defensiva con el que poco pudo hacer, al que mató usando desafortunadamente los aceros. Clemente confirmó con dignidad frente a uno encastado que lo levantó violentamente del albero, aunque pudo terminar faena, inclusive lidió a su segundo con peligro y cara alta que se lo puso difícil.
Alejandro Talavante saludó a su primero que entró con nobleza al capote pero sin transmisión ni posibilidad de lucimiento. Le castigaron en varas mermando posibilidades en las tres chicuelinas que Alejandro realizó quitando en los medios. Lo citó en la muleta pasándoselo sin transmisión por el pitón derecho, con la izquierda fue a menos blandeando ostensiblemente. Cambió de mano en las series siguientes embistiendo sin continuidad, feblemente, pasando con dificultad y desplazándose con escaso recorrido. Su segundo, cinqueño, noble con fuerza justa requirió suavidad y eso es lo que recibió durante la faena de muleta. Comenzó junto a las rayas barriendo la arena cuando se lo pasó por el pitón izquierdo, llevándolo a media altura en un par de series, ligando y con un precioso cambio de mano. Continuó por el derecho alargando el brazo, dándolos con profundidad, lentitud y armonía. A pies juntos se lo pasó lentamente, bajando la mano, embistiendo con humillación, acoplándose en plena comunicación con el público frente a este colaborador y repetidor toro.
Juan Ortega saludó a su primero suavemente, sin obligar, llevándolo con tranquilidad cuando al intentar estirarse por verónicas sufrió un aparatoso enganchón. Empujó en varas. Talavante se lució en un quite templando a la verónica con remate de una importante media. Juan Ortega replicó por airosas chicuelinas y una soberbia media, rematando atrás que levantó al público de los asientos. Inició con la muleta junto a tablas llevándoselo a los medios, cuajando una serie de calidad con lentos muletazos de toreo grande. Por el izquierdo bajó el tono, simplemente fue pasando. Cambió al derecho, el fuelle y recorrido bajaron pero dibujó algunos con torería para recordar. Su segundo de Toros de Cortés embistió destartalado en el capote. Empujó en la primera vara. Inició de muleta en los medios por el derecho embistiendo con poca fuerza, escaso recorrido y levantando la cara. No le dio opción por ninguno de los pitones, desarrolló peligro y a punto estuvo de dar un serio disgusto al torero.
Clemente templó por verónicas en el de su confirmación llevándolo con oficio hasta los medios. No se empleó en varas soltando la cara en la primera y tardeando sin entrega en la segunda. Brindó al público. Inició en el tercio con una serie bajando la mano, doblándose semigenuflexo y transmitiendo por ambos pitones. Dio tandas por el derecho intentando acoplarse, ligando y soportando irregularidades en las embestidas que no terminaron de ser claras. Por el izquierdo, más cerca de tablas, se puso en el sitio, arriesgó siendo arrollado y levantado violentamente recuperándose sin secuelas. Se puso de nuevo en la cara cerca de la raya, consiguió ligar entre miradas y medimientos, siendo ovacionado por el público que apreció la dificultad ante la casta y exigencia del astado. Su segundo, cinqueño, de Toros de Cortés, manso con la cara alta fue deslucido y desrazado, no dio facilidad alguna, lo intentó dejándosela puesta por ambos pitones pero fue imposible remontar faena.
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