El primero de los tres festejos que finalmente se han programado con motivo de la festividad de la Virgen de los Desamparados, era una clase práctica con participación de alumnos de las escuelas de tauromaquia. Al solitario espectáculo que estaba programado dentro del abono, al final se añadieron esta novillada y el festival de la Dana previsto para el domingo. Y a partir de ese momento, quedará cerrada la plaza hasta el mes de marzo del 2026.
Ayer tocaba que los alumnos de las escuelas de tauromaquia pasasen su revalida particular. Para la ocasión, y para que les sirviera de prueba, se eligió un encierro de la ganadería de Aida Jovani.,
Bien hecho el primero, que salió de chiqueros abanto y distraído y con tendencia a irse. Le faltó fuelle, aunque luego, muy ayudado por su matador, rompió en la muleta. Con todo, tuvo muchas teclas y resultó complicado. Precioso el burraco segundo, largo y silleto.más bonancible, que tuvo celo y fíjeza, largos viajes y obedeció los toques. Un novillo de nota alta. También bonito el castaño ojiblanco y bociblanco tercero, que salió muy suelto y distraído de chiqueros. En la muleta tuvo tranco, transmisión y se vino de lejos, aunque faltó que su matador le sometiese un poco más, lo que propició que llevase la cara a media altura y cabecease en exceso. Con todo, bravo y encastado.
Con mucho brío salió al ruedo el cuarto, cuajado y bizco. Con celo y transmisión, repitió las embestidas incansable y siempre pidiendo firmeza de manos y sometimiento. Sobrado de fijeza, y no dejando de ver muleta en ningún momento. Pronto y presto. El quinto, abierto de cuerna, al igual que sus hermanos tuvo fondo, y no dejó de seguir los engaños y de tomar las telas. Y el sexto también salió abanto y distraído de chiqueros, con muchos pies. Pero luego no le faltó motor en la muleta.
Manolo Martínez, de la escuela taurina de Málaga, es un torero que ya cuenta con un amplio rodaje. Ha toreado en diversas ocasiones tanto en Valencia como en plazas de la provincia. Por ello se trata de un espada enterado y con oficio. Brindó la muerte del astado a Toni Gázquez, Y a continuación, firmo un trabajo de sólido, fundamento, templado, bajando la mano y llevando muy sometido a su antagonista, ayudándole a romper hacia delante. Prólongó en demasiado el trasteo y le tocaron un aviso antes de entrar a matar, lo que hizo de una estocada baja. El astado tardó en doblar.
Bruno Martínez, de la escuela taurina de Castellón, lució un vistoso terno blanco, cuya calzona le destrozaron al hacer un quite al primero. Se fue a porta gayola a recibir al novillo, al que luego le firmó una faena abundante, en la que lució por su sentido de la ligazón. Destacó sobre todo en dos series al natural. Hizo muchas cosas y echó mano de repertorio con desigual acierto. Pero en ningún momento faltó la entrega y la disposición. Fue aparatosamente volteado hasta en tres ocasiones.
Manuel Díaz, de la escuela taurina de Algaba, es torero de excelentes hechuras quien lanceó con cadencia y rematando con un farol de rodillas. Compuso muy bien la figura y exhibió un interesante corte de torero. Su faena tuvo tanta expresión como cierta falta de mando, un punto despegada y ligera. Y siguiendo la tónica de todo el festejo, de muy largo metraje. También sufrió dos fuertes volteretas.
Alfonso Morales, de la escuela taurina de Jaén, toreó con sentido de la ligazón, en un trabajo en el que faltó algo de sometimiento, aunque no estuvo exento de expresión. También compuso siempre la figura y no le faltó firma a su trasteo.
Alejandro García, de la escuela taurina de Guadalajara, quiso hacer siempre las cosas bien, aunque se le vio algo bisoño y algo ayuno de aplomo y seguridad. Pero su actitud fue positiva. Al igual que sus compañeros, tampoco se libró de la voltereta. Falló con los aceros.
Hugo Masiá, de la escuela taurina de Valencia, se fue a la puerta de chiqueros para recibir a su antagonista. Perfectamente vestido de torero, lanceó con excelente son, rematando con una media y un recorte. Banderilleó aguantando las encastadas embestidas del novillo y ganándole la cara con guapeza. Firmó un emotivo prólogo genuflexo de faena. Luego, pausado y tranquilo, asentado y firme, toreó por la línea de la ortodoxia aunque tampoco faltó vibración. Mató de una estocada al encuentro de efectos contundentes. Se abrió un amplio crédito.