¡Ministro dimisión!
Qué pena tener a un Ministro de Cultura que clasifica ésta según sus gustos personales, y sobre todo, aceptando ser marioneta de sus jefes limitándose a cumplir con lo que le mandan para no crear polémica y así poder mantenerse en el sillón, aunque deje al descubierto su desconocimiento en Cultura y sus principios básicos.