El pasado día 15 de octubre se doctoró con el toro Famoso, de Fermín Bohórquez, el banderillero murciano Antonio Cama. Juan José Padilla fue el padrino de la ceremonia y Jiménez Fortes el testigo. El toricantano cortó una oreja a cada uno de su lote.
Antiguamente, los aspirantes a toreros se formaban como banderilleros en las filas de un matador consolidado quien, cuando les consideraba suficientemente capacitados, les daba él mismo la alternativa. Hoy en día no es así, y, como en este caso, un banderillero ya entrado en años toma la alternativa por cumplir una ilusión. Ilusión tan legítima como plausible, pero que en cualquier caso, y con todos los respetos para quien se pone delante de un toro, no deja de ser muy discutible.
Y es que muchos doctorados en la actualidad se conceden sin ton ni son, y sin siquiera cumplir lo que prescribe la normativa. En el actual reglamento de espectáculos taurinos, publicado en el BOE el 2 de marzo de 1996, en su artículo 4 se determina expresamente: “1º. Para adquirir la categoría de matador de toros, el interesado habrá de acreditar su intervención en 25 novilladas picadas“.
Sin embargo, vemos que esto no siempre sucede. Así, muchos de los nuevos matadores de este año ni tan siquiera se habían vestido de luces el año pasado como novilleros. Ni el anterior. Asimismo, es desalentador comprobar cómo de los nuevos matadores, muchos de ellos únicamente actúan el día de su alternativa. Este Antonio Cama al menos sí parece cumplir, o quedarse cerca de cumplir, con la normativa de haber intervenido en al menos 25 novilladas picadas. Aunque igual éstas habían ya prescrito. Y es que, alumno de la Escuela Taurina de Murcia, el 29 de septiembre de 2002 debutó con picadores en Abarán. Su última actuación como novillero se remonta al 2 de agosto de 2005 en la plaza de toros de Lodosa. Aquel año tomó parte en otros tres festejos en Talamanca del Jarama, Casas de Benítez y Navas de San Juan. Quince novilladas toreó en 2003 y cuatro en 2004.
Luego, abandonó la profesión, hasta que años después, según él mismo ha declarado. “Tras varios años de estar como novillero con picadores, y viendo que aquello no cogía vuelo, que cada temporada tenía menos festejos, y que prácticamente me quedé parado y nadie contaba conmigo, me tiré unos años sin saber nada del toreo, hasta que me di cuenta de que lo que me llenaba a mí era el toro. Así que para seguir ligado a él, decidí hacerme banderillero.”
A lo largo de estos años, Cama ha toreado sobre todo a las órdenes del matador de toros de Murcia Antonio Puerta, así como con otros espadas de la tierra. El 29 de septiembre de 2001 resultó herido de pronóstico muy grave en la plaza de Las Ventas de Madrid por un novillo del hierro de Gabriel Rojas, actuando a las órdenes de Francisco Montiel. El parte del doctor García Padrós era estremecedor. “Herida en región perineal izquierda de 20 centímetros, que desgarra esfínteres externo e interno y recto. Se procede a la reconstrucción esfinteriana del recto. Se practica colostomia de descarga. Pronóstico muy grave.”
Asimismo, Cama ha afirmado: “Lo de la alternativa es algo puntual en mi carrera, un reto que me han ofrecido y que he aceptado. Ahora quiero disfrutar de mi alternativa y luego seguir como banderillero, que es lo que decidí en su momento“.
Con todo, y a pesar de insistir en respetar estas ilusiones, urge poner coto a esta situación. Sobre todo, por respeto a la profesión. Otrora, novilleros curtidos, sobrados de oficio y con un amplísimo bagaje se resistían a dar el salto al nuevo escalafón porque no se consideraban dignos de ello. Lo dicho: coletudos placeados y sobrados de experiencia.
Y es que esto lleva a que se produzcan acontecimientos como el que se vivió en la plaza de toros de Chelva. En esta localidad valenciana, para la feria de la Virgen del Remedio de 1991 se programó el día 25 de agosto una corrida de toros. En ésta, se ofreció un cartel internacional, compuesto por un espada francés llamado Michel Lagravere, padre del actual Michelito; el torero de Sueca Gregorio de Jesús, quien fue propietario del toro célebre toro Ratón y organizador en la actualidad de festejos populares. Y un veterano coletudo portugués cuya alternativa se anunciaba para ese día: Paco Duarte. Pues bien, el toricantano se dejó vivo el toro de la ceremonia.
El tal Duarte apenas se puso delante del astado de la alternativa con el capote. Y, una vez recibió los trastos de manos de Lagravere, se dirigió a la presidencia a pedir el preceptivo permiso. Luego brindó la muerte del toro a su apoderado con el que, tras un larguísimo parlamento, se fundió en un prolongado abrazo y se dirigió escasamente convencido al animal. Una vez frente a él, le dio un muletazo por alto al abrigo de tablas y, de manera tan sorprendente como inopinada, se metió en el burladero dejando, con toda la flema del mundo, que transcurriera el tiempo y sonaran los tres avisos, mientras el toro se emplazaba tranquilamente en los medios antes de volver vino a los corrales. El público chelvano tuvo un comportamiento ejemplar y aceptó aquel esperpento con franciscana resignación.
Por desgracia, no ha sido éste un hecho aislado, ya que hay más casos de alternativas que producen auténtico sonrojo, y que revelan un escaso respecto por la profesión, tanto por parte de quienes la toman, como de quienes no tienen recato en concederla. Así, a un tal Solanito se le ocurrió tomarla a la edad de 56 años. Lo malo es que tampoco tuvo sonrojo en concedérsela Espartaco, ni El Juli en actuar como testigo. El escenario del desaguisado fue la localidad madrileña de El Álamo. Asimismo, a un tal Rafael Sánchez Vázquez, con sus 62 años a cuestas, se la dio Ortega Cano en la plaza de Barajas. Y tampoco en este caso al popular espada le dio reparo ser cómplice de semejante mascarada.
En 2012, un tal Antonio Ramírez la tomó a sus 33 años en Villamayor de Santiago, con el balance de sendas broncas tras estoquear como pudo a los dos astados de su lote. El último festejo que había toreado se remontaba al 6 de mayo de 2006, en la localidad de Rota. Y otro que tal baila, con también 33 años a sus espaldas, el alicantino Ángel González, doctorado en Cenicientos, y cuyo último paseíllo había sido el 18 de septiembre de 2006 en Jadraque. Otros “artistas” de este jaez, quienes se dieron el capricho de hacerse (es un decir), matadores de toros, fueron coletudos como los apodados Clemente de Coria, Niño de Leo, Porritas de Guijuelo, Fray Gaditano, Carlos del Junco, conocido como El Cordobés de los Pobres. Por no citar otros relevantes líderes del escalafón novilleril de quienes nunca más se supo: El Trueno, El Poli, Romerito o El Arqueño.
Lo dicho, alternativas sin alternativa.