Algunos espectadores, en las plazas de toros, prefieren desgraciadamente, a la hora de juzgar la labor de un torero, la descalificación personal.
Es, por ejemplo, el caso de José María Recondo, que presumíade tener una voluminosa cabeza. El propio torero lo narra de esta manera.
“Fue en una novillada en Granada que toreé en 1953. El cartel lo componíamos Ángel Peralta, Luis Díaz, Jaime Ostos y yo.
Hacía un poco de viento y junto a las tablas. provoqué la embestida del quinto novillo, que fue tardo.
En esas estaba cuando un espectador me interpeló a voz en grito:
– Niño, cierra la boca, que si se te llena la cabeza de aire vas a estar silbando todo el año.
Esto da a entender lo voluminosa que debe ser mi cabeza”.







