Incógnita. O sol y lluvia. O luces y sombras. O maravilloso o Santander menos lobos. Feria milagro o no. ¿Feria muy discutible? Muy discutible.
Ricardo Díaz-Manresa
Milagro el número de días que dedica a los toros. Superando hace tiempo a las reinas de las ferias de entonces, hace mucho ya, julio en Valencia y la exsemana grande de San Sebastián.
Luces con carteles más o menos
Sombras por no llenar salvo con Roca Rey una plaza más bien modesta de aforo.
Apagón total al no completar uno de los que será cartel estelar de la temporada con muchísimos alicientes, algunos irrepetibles como la despedida de Ponce y la reaparición de Morante y poder ver juntas a dos de las tres figuras del toreo que están en activo. ¿Incomprensible?
También -no los suficientes- para ver a Perera y Luque, aunque el mano a mano era totalmente absurdo como el 99% de los que se montan ahora. No interesó a esta afición ver a dos toreros de los que están en forma esta temporada.
Y después de que llevaran más gente toreros tristes o más vistos que el tbo, que rellenan carteles o no son novedades ni despiertan interés especial.
¿O es que en Santander gustan más los toros a la comisión taurina, a la empresa o a la alcaldesa que al pueblo?
Sombras en un público, no sé si se la puede calificar de afición, que en el primer novillo de la feria concede una oreja por un bajonazo en toda regla. Síncope para algunos espectadores de la plaza o de la tele. Y siempre orejera. No influye, por supuesto y lógicamente por esto, en el desarrollo de la temporada.
También oreja paternal ese día como amor de madre a un torero heroico con cara y cuerpo de niño. No. Se le puede aplaudir durante un cuarto de hora y que de cuatro vueltas al ruedo, pero no destrozar el sistema.
Milagro en consolidar una feria, que pasó de la nada, un festejo en el día de Santiago, a lo de ahora.
Nubes, tan habituales en Santander, para quedar para siempre como una feria muy cómoda y fácil.
Y también nubes como la gran incógnita por tanto para que avance, se estanque o retroceda. Y vista con mucha simpatía por muchísimos.
Y luces por su ejemplar difusión previa y presentación de la feria en varias capitales entre ella Bilbao y Madrid. Tanto trabajo en consolidarla, montarla cada año y difundirla merece mejores resultados, aunque hay que decir que hubo público o por el abono o por la ayuda de las peñas.
En conjunto quiero decir para que nadie se llame a engaño ni se desconcierte, que ya nos gustaría en estos tiempos que hubiese más ferias como la de Santander, que resucitase Vitoria con su Virgen Blanca. Se recuperase San Sebastián de su enfermedad. O Valencia de su letargo.
Y que surgiesen otras nuevas emulando y superando, por ejemplo, a la de Cuenca y podríamos alabar más el esfuerzo de Santander.
Entonces sí sería verdad de que esto va para arriba.