Albacete, 13 de septiembre. Sexta de feria. Media entrada.
Novillos de Guadaira, el tercero corrido como sobrero, bien presentados pero sin terminar de romper. El mejor el quinto.
Pablo Aguado (de verde hoja y oro), ovación y vuelta al ruedo.
Luis David Adame (de rojo y oro), oreja y dos orejas.
Alfonso Cadaval (de celeste y oro), silencio y silencio con aviso.
De las cuadrillas destacaron Iván García, Miguel Ángel Gómez y Miguel Martín.
No sé si será porque pueda que haya algo de verdad en eso de que la conjunción del 13 -cifra nefasta desde la antigüedad- y el martes -el día de Marte, dios de la guerra- tiene mal fario, pero la sexta función del abono parecía gafada. Para empezar, el ayuda de Luis David Adame, Kiki, el amigo de José Tomás, se cayó al bajar de la furgoneta de su jefe de filas con la mala suerte de romperse el peroné. Una impresionante tormenta poco antes de la hora del comienzo puso ya las cosas cuesta arriba. Luego el juego de los primeros novillos de Guadaira no dio para mucho. El tercero fue devuelto al romperse una pata y fue sustituido por otro casi más inválido que el titular. Y tras la merienda no sólo comenzó a llover de nuevo, sino que hizo su aparición un frío que te helaba los huesos y que hacía presagiar ya el invierno…
Pero salió el quinto novillo de la tarde, manso en el caballo aunque llegó a la muleta repetidor, noble y con fijeza, embistiendo con ahinco y nobleza y permitió a Luis David Adame firmar una faena firme y de mano baja, de gran dominio, con remate y viaje largo, apurando totalmente a un animal que acabó agotado. Citó a recibir y cobró una gran estocada que le valió el pasear las dos orejas e hizo olvidar la evidencia de que ya ha cambiado el tiempo. Ya con su primero se llevó otro trofeo por un trasteo también poderoso, templado al natural y menos limpio por el pitón derecho, lado por el que el de Guadaira protestó más. En su última actuación antes de tomar la alternativa, el mejicano se mostró muy puesto y hecho y dejó claro que es el suyo un nombre a tener en cuenta.
Pablo Aguado tuvo un primer oponente sin entrega con el que se lució al torear en redondo en una labor valiente y también dejó un trasteo sincero y honesto con el cuarto, flojo de manos y que sacó movilidad para mal, sin dejar colocarse a su matador y haciendo hilo por bajo.
No fue la tarde de Alfonso Cadaval, a quien correspondió el impotente tercero, al que le costaba un mundo mantenerse en pie y no acabó de centrarse con el manso pero manejable novillo que cerró plaza.
LA ULTIMA NOVILLADA
“Tauromaquia . . . consagrada.”
Hidrocálido de sangre,
orgullo de su raigambre,
es Adame, es valiente,
joven, matador, consciente.
De portar tal apellido
que, al pecho, lleva ceñido,
muy fiel a su dinastía,
Luis David, genial, lucía.
En la Feria de Albacete,
el diestro se compromete,
a ser el mejor torero,
después de gran novillero.
Plaza de Toros “La Chata”,
bella, excelsa, maja, grata,
con la Virgen de Los Llanos
y sus manchegos hermanos.
Vestido de grana y oro,
la faena del decoro,
tres orejas, puerta grande,
un corazón que se expande.
El triunfo no se desaira,
los astados de Guadaira,
“Ocio”, también “Salamandra”,
capote, muleta, manda.
Desplegar arte taurino,
respetando su destino,
“estatuarios”, “espaldinas”,
adornos por “arlesinas”.
Derechazos, bien ligados,
los redondos, enroscados,
naturales poderosos,
pases de verdad, gloriosos.
Templados, como el acero
de su espada, que certero,
recibiendo a su segundo,
de inmediato, al otro mundo.
¡Venga, Luis David Adame,
que la magia se derrame!,
allá, en tierras españolas,
tu tauromaquia acrisolas.
Despedida, en alta cumbre,
prendes fuego, brasa, lumbre,
en Nimes, tu alternativa,
que será . . . superlativa.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 13 de septiembre del 2016
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