Una vez más ha quedado demostrada la grandeza del toreo, su terrible autenticidad: este espectáculo es de verdad. Aquí no se finge, aquí no hay dobles que ocupan el lugar del protagonista para interpretar las escenas peligrosas. La realidad cierta de la muerte está siempre presente en el ruedo y ayer se manifestó trágicamente en Teruel.
La muerte de Víctor Barrio ha vuelto a demostrar que el toreo es algo especial, algo que no se puede encontrar en ningún otro espectáculo y que le confiere un halo especial y un aura de heroicidad a quien se pone delante de un toro.
El torero segoviano ha encontrado la muerte buscando la gloria, pero lo ha hecho también disfrutando de una pasión que no puede ser entendida sino por quien de verdad se ha acercado a este mundo tan especial.
Descanse en paz Víctor Barrio, quien ya ha entrado en el exclusivo club de quienes forman parte de la leyenda del toreo.