Con la feria de fallas la temporada española inicia realmente su puesta en marcha. Arranca efectivamente. De aquí en adelante, hasta bien entrado octubre, se irán desarrollando otros muchos seriales y festejos de importancia que darán forma a esta campaña de 2025. Pero todo comienza en Valencia.
Paco Delgado
Aunque ya son muchas las funciones celebradas a estas alturas y varias las series continuadas de espectáculos -desde Valdemorillo, que ha cambiado de filosofía y argumento, dejando de ser un ciclo en el que la segunda fila y los aspirantes podían dejar ver sus condiciones de cara al curso que se iniciaba para dar más presencia a las figuras que parecen querer acaparar todo, a los eventos que en plazas menores como Olivenza o Illescas han tomado carta de naturaleza, también al reclamo de los grandes nombres del escalafón- es Valencia y sus famosas corridas falleras, que en nada estarán cumpliendo su centenario, las que marcan el verdadero comienzo de la temporada taurina. En ciclismo se hablaría de lo celebrado hasta ahora como salida neutralizada y ahora la cosa ya va en serio y los grandes puertos y exigencias se perfilan en un horizonte no tan lejano.
No parece que vaya a diferir mucho el panorama de lo que se ha visto en los últimos años a lo que se espera de este nuevo curso. El sistema, esa entelequia que se ha puesto de moda para, de manera eufemística, referirse a los tres o cuatro mandamases del negocio taurino y que hacen y deshacen a su antojo, mantiene su criterio. Y sólo hay que ver las programaciones no sólo de estos carteles falleros que dan el pistoletazo de salida y marcan el rumbo, indicando por dónde van a ir los tiros el resto del año. Las figuras impuestas serán las que se lleven la parte del león. Porque figuras, realmente, sólo hay dos: Roca Rey y Morante.
El peruano, que desde que tomó la alternativa no ha dejado nunca de dar la cara siempre y en todo lugar, se desmarca y amplia la distancia con sus perseguidores gracias a su presencia en la película de moda, Tardes de soledad, en la que se retrata de manera tremenda su realidad y su implicación con lo que se pide a alguien que cobra tanto para que la gente le vea en acción. No se esconde y lo da todo. Cada tarde y en cada lugar. Y por eso, aunque a unos guste más y a otros menos, sigue siendo el que más tirón tiene, con diferencia.
Está por ver cómo reacciona Morante de la Puebla, el último genio del toreo, cuya entrevista en el ABC de Sevilla pone los pelos de punta y deja ver una muy complicada situación ante una muy seria enfermedad, muy traicionera, de nada fácil diagnóstico y nada sencilla cura. Las circunstancias han hecho que no pudiese estar presente en Algeciras ni en Olivenza y será en Almedralejo donde comience un test vital para él.
Por detrás, muy cómodamente instalados en un pelotón al que no parece importarle sino las metas volantes o los puntos de la regularidad, Talavante y Castella siguen al ritmo de su inspiración. Manzanares sufre cada día más para seguir ruedas que antes dejaba atrás con facilidad y de Juan Ortega y Pablo Aguado parece que el personal se conforma con un detalle aquí y otro allá… Emilio de Justo se ha mostrado fuerte y puesto en estos primeros compases, al igual que Rufo y Borja Jiménez; Luque seguirá peleando en la sombra en una labor sorda que se tendrá que reconocer y veteranos como Perera o Ureña seguro que se llevan alguna etapa.
Van a tener que sufrir lo suyo diestros como Román, Samuel Navalón -increíble lo que está sucediendo con él-, Juan de Castilla, Molina, Peñaranda, Colombo, Galdós y un largo etcétera al que no parece que se valore lo que hacen. Y de la novillería ahora todo se apuesta a Marco Pérez, que dejó muchas dudas en su presentación fallera, y Olga Casado, que tampoco ha roto nada hasta ahora.
Del ganado se sigue fiando a lo conocido y seguro y no acaba de verse con buenos ojos la presencia en carteles de tronío a toros con hierros como La Quinta, Fuente Ymbro, Conde de Mayalde y otros muchos que no se lo ponen fácil a quienes a ellos se enfrentan y con los que de verdad emerge lo que es el toreo: poderle a un animal que no se entrega de salida y a lo tonto.
