La primera corrida de toros constatada en Barcelona data de 1387, como recoge de forma oficial el Archivo General de la Corona de Aragón. Desde entonces Cataluña siempre fue taurina, y en sus tierras se construyeron las plazas de Olot, Tarragona, Figueras, Masdenvergue, Camprodón, Mora de Ebro, Puebla de Masaluca, Vilasar de Dalt, Tortosa, Vich, Manresa, Mataró, Gerona, San Feliú de Guixols, Lloret de Mar y Amposta, a las que hay que sumar las tres de Barcelona: El Torín, Las Arenas y La Monumental. Además se montaron plazas portátiles en una veintena de localidades más. A pesar de ello los antitaurinos proclamaron que Cataluña nunca fue taurina, y hubo quien se lo creyó. Ahora, la irrupción del novillero barcelonés Mario Vilau parece estar reactivando a una afición a la que habían conseguido aletargar.

Hace sólo unos días, a través de una conocida red social vi un vídeo grabado en el Metro de Barcelona. Una chica interpretaba con su trompeta el pasodoble “En Er Mundo” y la reacción de la gente tras la introducción fue corear al unísono un sonoro ¡Ooole! El experimento demuestra que sin tiempo para calibrar prejuicios, los españoles sacamos a relucir nuestras raíces y nuestra cultura de forma espontánea. Por supuesto también los catalanes, entre ellos los barceloneses, oriundos de la que, hasta no hace tanto tiempo, fue la ciudad más taurina del mundo.
Por mucho que haya quien lo intente esconder y procure hacer creer lo contrario, en Barcelona convivieron hasta tres plazas de toros. La del Torín, Las Arenas y La Monumental llegaron a solapar programación a lo largo de nueve temporadas, y los dos últimos cosos durante 63 años. Demolida El Torín y transformada en un centro comercial Las Arenas, sólo queda en pie La Monumental, propiedad privada de la familia Balañá.
Cuando el Parlamento de Cataluña aprobó la prohibición de organizar toros, y a pesar de que el Tribunal Constitucional revocó esa ley cuatro años después de entrar en vigor, Balañá pretendió vender el inmueble, pero la maquinaria política se puso en marcha para impedirlo por temor a que cayera en manos independientes que reimpulsaran su actividad. Y es que a Balañá ya lo tenían abatido, porque la continuidad de sus negocios vitales en teatros, cines y espectáculos dependía, en gran medida, del favor de esos mismos políticos, y sabían que no se atrevería a arriesgar su sustento abriendo la plaza.
Y así fue como parte de la nueva izquierda y de los independentistas catalanes dinamitaron la celebración de festejos en su territorio. Además, se encargaron de suprimir cualquier atisbo taurino, incluso una imagen de Juan José Padilla calándose la montera que servía para anunciar la World Press Photo. Hoy, esos mismos “animalistas” que tildan a los taurinos de fascistas, pretenden censurar a Rosalía, artista catalana de Sant Esteve, porque en su último disco incluye una colaboración con Estrella Morente, que presume de ser aficionada a los toros. La censura era y sigue siendo algo reiteradamente denunciado por quienes ahora la practican, y fascista es quien no respeta la libertad de sus congéneres, quien no tolera diferentes ideologías a la propia y quien trata de imponer su pensamiento.
Heinrich Himmler, líder de las temidas SS del Partido Nazi, presenció una corrida de toros y le pareció algo abominable, paradójicamente al contrario que exterminar personas en sus campos de concentración. Y los nazis, que se creían poseedores de una supremacía moral, fueron los primeros en aplicar leyes animalistas. Ahora también hay quienes se creen en posesión de la verdad única e intentan imponer a los demás los criterios de lo que es estar del lado correcto o equivocado, de lo bueno o de lo nocivo, eso que era malo cuando lo hacía un dictador.
Por fortuna Barcelona está alumbrado un proyecto ilusionante de torero, Mario Vilau, que está reavivando el fervor y el activismo taurino catalán. Parece un milagro que, en tierra hostil con el toreo, aparezca una luz que ensombrezca a esos censores y dictadores que tildan de fascistas a los aficionados, que insultan a todos cuantos se emocionan con el toreo ya sean de izquierdas, apolíticos o de derechas. Ojalá Vilau devuelva algo de cordura a tierra históricamente tan taurina.







