Este hecho protagonizado por Agapito Serrano “Serranito”, quien ejerció de profesor en la Escuela Taurina de Madrid, condensa en gran medida la inconsciencia cuando se pone cualquier persona delante de un res, sin conocer el oficio.
Así lo contaba el torero madrileño:
“Fuimos tres chavales a torear en la Dehesa de Colmenar. Conseguimos encerrar unos becerros. Yo no había toreado en mi vida. Tomé la muleta y me fui para el becerro, tal como toreaba de salón, clavé los dos pies juntos y le di cuatro o cinco pases sin moverme, quieto como una estatua. Me aplaudieron y a la tapia.
– ¿Has toreado alguna vez?– me preguntaron.
– No.
– ¿Entonces?
– Es que no me he podido mover, por el miedo que tenía.
Luego como mis compañeros no querían bajar, salté nuevamente y mis pies se movían más de lo que yo quería”.







