La noticia de la repentina retirada del novillero valenciano Borja Collado ha sorprendido a los aficionados. Una decisión inesperada, inopinada. Algo surgido de la noche a la mañana. Y justo cuando el joven coletudo tenía un futuro prometedor por delante, una temporada más que esperanzadora.
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Y todo después de haber protagonizado un notable comienzo de campaña. Tras debutar con picadores en Algemesi el 22 de septiembre de 2018 con novillos de Daniel Ramos, este año había toreado ya tres tardes en Valencia, había actuado asimismo en Granada, donde abrió la puerta grande, y se había presentado Francia cortando una oreja.
Sin embargo, de repente, se le ha hecho de noche. Asegura Vicente Ruiz El Soro, a quien no le faltan conocimientos sobre lo que pasa por la mente de los toreros, que la vida de éstos es muy dura. Y que por la cabeza de quienes se visten de luces pasan infinidad de cosas, y se les vienen infinidad de pensamientos, de presagios. ”He decidido poner punto y final a mi andadura en lo profesional en el mundo del toro, no por nada en especial y por todo a la vez”, ha afirmado Borja en la nota publicada en las redes sociales. Por nada y por todo. Una reflexión y una decisión que hay que aplaudir y respetar. Aunque como aficionados nos pueda doler.
Lo cierto es que Borja conoció, en estos inicios de temporada, la dureza de las volteretas de los novillos, que le mandaron en más de una ocasión a la enfermería. Y también vivió, en primera línea, la tremenda cogida sufrida por el banderillero Rafael Cañada, a quien él mismo recogió del ruedo, le metió la mano en la herida y contribuyó a conducirle a manos de los médicos. Rafael todavía está en silla de ruedas. Debió ser un trago.
Tampoco hay que perder de vista el hecho de empezar a sentir la responsabilidad, la exigencia del público, el compromiso de tener que estar bien y responder a las expectativas que se van creando. Y eso, tarde tras tarde.
En ocasiones, los aficionados piensan que los toreros son de otra pasta, que son super hombres. Pero no dejan de ser personas, de carne y hueso. Con sus miedos y sus temores. Con sus noches en vela, con esas duermevelas de ilusiones y también de inquietudes. “Sueño muchas veces con un toro negro que no deja de perseguirme por toda la plaza. Que salto la barrera y el viene detrás. Y no me deja…”, decía Paquirri.
A Borja le apoderaban Manolo Carrión y Emilio Miranda. Tras su brillante paso por la Escuela de Tauromaquia de Valencia, le acompañaban en su carrera dos profesionales solventes, reconocidos en sus respectivas trayectorias en el mundo del toro y con buen cartel en el mismo. Buenas personas, formadas, de fiar, serias y preparadas. Y que le habían hecho las cosas bien. Con la ayuda del torero, quien había triunfado en el ruedo, por delante le tenían preparada una bonita temporada. Y además, a Borja le rodeaban amigos, aficionados que le apoyaban de forma incondicional, un entorno estable y siempre favor. En principio, no podía pedir más.
Ayer estaba anunciado en Navas de San Juan, hoy en Alicante y el 25 en el coso turolense de Cella. Luego, en septiembre tenía compromisos el 1 en Bayona y el 3 en Calasparra. El día 6 en Villaseca de la Sagra, el 7 en Villarrubia de Santiago, el 15 en Los Molinos, el 16 en Arganda del Rey, el 26 en Algemesi, el 28 en Albalate del Arzobispo. El 2 de octubre en Arnedo y el 5 de octubre en Valera de Abajo. No se puede pedir más en estos tiempos.
Pues bueno. Borja ha dicho basta. Algo difícil de ver, porque en el toreo, no se va nadie ni con agua caliente, ni nadie reconoce su responsabilidad en los fracasos. Pues con todo a favor, no se ha sentido preparado para afrontar lo que se le venía encima. Por las causas que sean. Poco importa y en cualquier caso hay que respetarlas. “No me jugaré la vida más delante de un toro, ahora mismo necesito ordenarla un poco lo que tengo muy claro que en lo que haga pondré las mismas ganas los mismos cojones que trate de echar en esto”, ha asegurado el torero en su nota de despedida.
Borja fue un muy destacado alumno de la escuela de tauromaquia de Valencia. De una escuela cuyo objetivo es formar toreros, pero también formar buenos profesionales en la vida y ser un semillero de buenos aficionados. Con él no se equivocaron en ninguna de estas facetas.
Borja es una persona inteligente. Educado, formado, responsable, que se sabe expresar, y quien el mes que viene empezará la carrera de Derecho “Vivir sin torear no es vivir y ahora no se como viviré el resto de mi vida.”
Como él mismo ha asegurado, defenderá la fiesta de los toros con todas sus fuerzas. Con toda la ilusión que ha puesto en los ruedos. Y una vez ordenada la cabeza y tranquilo el espíritu, afrontará y se tratará de labrar, echándole los mismos arrestos que en la plaza, un futuro prometedor en todos los sentidos.
Que te vaya bonito, torero.