Pudo ser un festejo triunfal pero los imponderables impidieron mayor brillo.
Valencia, 18 de marzo.
Lleno.
Toros de Jandilla, muy desiguales de presentación pero de buen juego, destacando el tercero.
El Juli (de burdeos y oro), silencio y ovación con aviso.
Manzanares (de morado y oro), oreja y silencio con dos avisos.
Tomás Rufo (de tabaco y oro), oreja y ovación.
De las cuadrillas destacaron Andrés Revuelta, Diego Vicente, Sergio Blasco y Fernando Sánchez.
Paco Delgado
Foto: Mateo
La feria de fallas enfilaba su recta final y la penúltima corrida del abono, con lleno aparente en la plaza, y una desigual pero buena corrida de Jandilla, no terminó de romper. Influyó mucho el viento y también el deficiente uso de los estoques para que la función no acabase siendo triunfal.
Tras el minuto de silencio que se guardó en memoria de Daniel Ruiz, El Juli, que hizo el paseíllo con un capote de paseo negro en señal de luto por su amigo, se las vio con un primer toro gordo y al que se dio duro en varas. Llegó a la muleta sin resuello y a la defensiva, intentando su matador darle confianza pero sin conseguir otra cosa que mostrar voluntad.
Salió a por todas con el cuarto, noble y manejable, al que exprimió de cabo a rabo, primero atacando y luego, cuando el animal perdió gas y fuelle, ayudándole más, aunque su trasteo ya bajó de nivel.
Molestó mucho el viento a Manzanares con el melocotón que hizo segundo, toro que tuvo recorrido y fijeza y con el que, cuando encontró refugio contra la ventolera, sacó varias series cortas aunque de excelente trazo en una faena a la que los elementos privaron de ritmo y que remató con una estocada sin puntilla.
Empujó con ganas en el peto el quinto, llevándose un fuerte castigo que luego acusó en el último tercio, sacando Manzanares un trasteo de muy largo metraje pero demasiada velocidad y poco calado, primando la cantidad en detrimento de la calidad, fallando, para colmo, con el estoque. Hasta diez pinchazos y una estocada necesitó el alicantino para que las mulillas llegasen.
Se hizo aplaudir Tomás Rufo al recibir de capa al castaño tercero, que blandeó en los primeros tercios pero fue exigente y bravo en la muleta, de embestir incansable y sólo condicionado por su no demasiada fuerza, cumpliendo el torero toledano, que hacía su presentación en Valencia, una faena larga e irregular, en la que también influyó negativamente el viento pero en al que intercaló pasajes de gran temple, largura y profundidad, especialmente por el lado derecho.
El sexto fue complicado de picar pero derrochó nobleza y con él Rufo puso la plaza boca abajo en una primera serie de derechazos de rodillas, luciéndose luego al torear en redondo aunque la gente enloquecida le aplaudió todo lo que hizo a un toro de muy poca fuerza.