“El cante y los toros como yo los siento”, obra del cantaor y torero Paco Peña, es un libro editado por la Asociación Cultural Amigos De Ecija.
Enrique Amat
Paco Peña fue un importante subalterno que actuó en las cuadrillas de toreros como Juan Antonio Esplá, Luis Francisco Esplá, Chamaco, Emilio Muñoz, Julio Aparicio, Javier Conde y El Cordobés. Y también actuó con otros en corridas sueltas como Vicente Barrera, Morante de la Puebla, Antonio Barrera, Dávila Miura y Victor Puerto.
Y paralelamente, fue desarrollando su carrera, como cantaor en diversos tablados, convirtiéndose en un destacado artista flamenco.
El libro, libreto como lo califica el propio autor, cuenta con una sugestiva portada firmada por Antonio Prieto. Maquetado por Pascual Carmona, cuenta con un prólogo del arquitecto y académico Javier Madero Garfias y está articulado en 18 llamados “tercios / trancos”, en los que se hermana la tauromaquia y el cante.
A lo largo de las 130 páginas del libro se contienen interesantes y lúcidas reflexiones sobre ambas disciplinas artísticas, en las que el compás, el sentimiento y el pellizco son elementos esenciales.
Como afirma Paco Peña, el sentimiento es necesario tanto para torear como para cantar. El autor hace referencia a temas como el argot taurino y al argot flamenco y al miedo escénico que sufren los artistas y los toreros a la hora de subir al escenario y de saltar a la plaza. Destaca la importancia del estado de ánimo a la hora de crear arte, así como de las condiciones externas para crear en ambas disciplinas, como la acústica de un locsl o el juego del toro.
Asimismo se alude a lo que son los cortes artísticos en ambas disciplinas, y se contiene una interesante reflexión sobre lo que es el carisma, el que tienen aquellos que no necesitan cantar ni torear con ortodoxia para llegar a la gente y que son unos grandes revolucionarios. Como los casos de Lola Flores o El Cordobés.
Se habla también del acompañaniento, que es fundamental para interpretar. En el torero, su cuadrilla y su gente, y en el cante, el tocaor y los palmeros. Se alude a las supersticiones de los artistas, s sus costumbres, s sus tradiciones. A sus manías. A los estados de ánimo y los momentos de inspiración. A lo que influye la cabeza y la vida personal. A esa temprana madurez de los artistas, s su forma de vida, su gusto por la naturaleza y el vivir las 24 horas en torero o en cantaor.
No falta en el escrito de Paco el reflejo de frases sobre la inspiración y el arte. Como la de Rafael de Paula, cuando decía que son unas bolitas que Dios reparte y solo a algunos les da en toda la cabeza. O Curro Romero, quien aseguraba que el arte es un misterio que solo lo puede explicar el que lo lleva dentro. O Julio Aparicio padre, cuando afirmaba que una cosa es ejecutarlo y otra sentirlo.
Interesantísimo capítulo es en el que se habla de los cantes que se asemejan a la forma de torear. Para la capote, asegura que el cante por excelencia serían las bulerías, tanto por soleá, al golpe o las cortas.
Para el tercio de varas un cante de trilla. Las burlerías para los tercios de banderillas, y los tangos para el tercio de la lidia de los subalternos. Variedad para los cantes para la faena de muleta. Para una de Antonio Ordóñez, un cante por malagueña o una rondeña. A Paco Ojeda, una seguidilla, para Cayetano Rivera la soleá. Para Pepe Luis Vázquez, un cante por alegría o una toná para la escuela sevillana. Y, para la suerte suprema, la seguirilla.
Y no faltan opiniones sobre el Olé o del “vamos allá” que jalea el toreo y el cante. Del orgullo artístico que necesitan los cantaores y los toreros y ese amor propio necesario para ser figura. De la personalidad.
Afirma que, a pesar de hacer falta una mínima técnica, una obra de arte es una imperfección que llega hacerse una perfección única e irrepetible. La inspiración, la enjundia y el alma es lo decisivo. La perfección carece de alma. El arte de sentir es irrepetible.
También se comenta la importancia de vestir bien en la plaza o en el escenario o en la calle. De la imagen. Del sentir. De la genética de los artistas, de su raza, de la reata que cada saga. De las tradiciones y el respeto por la profesión.
Todo ello ilustrado con fotografías de gran valor documental. Un libro diferente, sugestivo y apasionante.