La plaza de toros de Venta del Moro volvió a albergar una clase práctica con la lidia de novillos por parte de los alumnos de las escuelas de tauromaquia.
La Perla Negra de Utiel aménizó musicalmente un festejo que estuvo perfectamente organizado, con el auxilio de la peña taurina la Loretana de Venta del Moro.
En esta ocasión, los erales de Manuela Patón fueron los elegidos para calibrar las aptitudes de los cinco aspirantes.
El que abrió plaza Cantinero, silleto, largo y sobrado de cuajo, casi un utrero, se dolió en banderillas y le costó siempre. Exigente, siempre pidiendo el carnet y con mucho que torear. Complicado, y por momentos desconcertante. El segundo, de nombre Esmeraldo y de pelo colorado ojo de perdiz y bociblanco, fue y vino por ahí, algo distraído, sin entrega y sin terminar de humillar, pero se dejó. El tercero, Separado de nombre, colorado, ojo de perdiz, bociblanco,, salió con muchos pies de chiqueros. Un astado muy playero y abierto de cuerna. Con sus teclas, y muy agarrado al piso, le costó romper hacia delante pero tuvo un gran fondo y sirvió.
Más terciado el colín cuarto, que atendía por Epístola, y que se desplazó con abundancia y generosidad por los dos pitones.. Tuvo movilidad, embistió con celo y repitiendo con clase aunque le faltó un puntito de más entrega. Y el cierraplaza, Cascabel, colorado y con muchos pies, tomó las telas con prontitud, fijeza, clase, nobleza y transmisión. Un excelente ejemplar.
Raúl Caamaño, de la escuela de Toledo, venía avalado como un torero enterado y con oficio. Tiene buen corte, conoce los secretos de la profesión y en otras ocasiones se había mostrado preparado para mayores empresas. Ello le permitió poder solventar las dificultades de su antagonista en un trabajo esforzado, en el que por momentos pudo afrontar las complicaciones que le planteó el novillo. Eso sí, tras una primera voltereta se afligió y pareció que aquello le vino grande. Novillo complicado, eso sí, pero quizá pudo estar más fresco y lúcido y con recursos ante él . Mató de tres pinchazos, una baja y cuatro golpes de descabello.
Juan Pablo Ibarra, de Colmenar Viejo, es un coletudo mexicano, quien se mostró sobrado de personalidad, Saludó con una larga en el tercio a su antagonista, al que luego lanceó con verónicas con buen son. Luego firmó un prólogo genuflexo de faena, en un trabajo variado, en el que firmó pases de todas las marcas, siempre asentado y firme. Mató de una estocada baja al encuentro.
Luis Pizarro, de la escuela de tauromaquia de Valencia, es un torero de Pedreguer, quien venía de triunfar en Bocairent. Lo más destacado fue su asentamiento de plantas, su ortodoxia a la hora de presentar los engaños y citar siempre bien colocado.. Mostró que progresa adecuadamente.
Hugo Masiá, de la escuela de tauromaquia de Valencia, es un espada de Algemesí, quien además está anunciado el próximo 9 de mayo en la plaza de toros de Valencia. Brilló en el tercio de banderillas, clavando ganando siempre la cara con guapeza, asomándose al balcón y colocando los garapullos reunido y arriba. Brindó la muerte del novillo al aficionado y taurino de Requena Nicolás Perez. En el tercio final, muleteó componiendo la figura, siempre intentando hacer las cosas bien, pisando los terrenos con lucidez y mostrando su evolución en el aprendizaje en la profesión. Mató de dos pinchazos y una estocada entera.
Juan de Rocío, de la escuela de tauromaquia de Valencia, perfectamente vestido de torero, intentó torear con el capote con prestancia y son. Comenzó su faena, brindada a Borja Montagut, a los sones de cante grande en el inicio de la faena por parte de sus seguidores. Luego, a los sones de Puerta Grande, a pesar de su bisoñez, apuntó destellos de un excelente concepto. Tiene firma, sello y expresión. Eso que decía Marcial Lalanda, que mandan desde arriba. Esperanzadora actuación. Mató de dos pinchazos y una estocada.