Siempre hay quien huye de la concordia y busca la polémica. La Fundación Franz Weber reclama retirar un descuento taurino del 20% para jóvenes, alegando supuestos riesgos en su desarrollo, algo falso sobradamente demostrado. Y además, la entidad intenta ligar Tauromaquia e incendios forestales en un discurso incoherente que sólo pretende confundir.

La Fundación Franz Weber ha solicitado que se elimine el descuento del 20% destinado a menores de 25 años en la feria taurina de Palencia. La organización alega que exponer a niños y adolescentes a este tipo de espectáculo puede tener efectos negativos en su desarrollo moral, social e intelectual.
Lo primero que conviene aclarar es que dicho descuento no lo promueve ninguna institución pública, sino la empresa privada Circuitos Taurinos, dirigida por Carlos Zúñiga, que está en su pleno y legítimo derecho de aplicar las rebajas que estime oportunas en el ejercicio de su negocio. Nadie cuestiona que cualquier otra actividad cultural o de ocio utilice promociones para atraer público joven, pero cuando se trata de los toros, siempre surge la polémica artificial.
Además, estudios de psicología social y de antropología cultural han demostrado repetidas veces que la asistencia a festejos taurinos no genera daños en el desarrollo moral, social ni intelectual de las personas. Insistir en ese argumento es intentar convertir una mentira en dogma, repitiéndola hasta la saciedad con la esperanza de que cale en la opinión pública. Resulta, en realidad, un insulto para los millones de aficionados que, de todos los tintes políticos, clases sociales y niveles académicos, han acudido históricamente a las plazas sin que ello les haya ocasionado trastorno alguno.
El verdadero propósito de la petición es otro: reducir la afluencia juvenil a los tendidos y cortar así el eslabón generacional que garantiza la continuidad de la afición. Se pretende poner trabas al acceso de los jóvenes, disfrazando la maniobra de protección infantil.
No es esta la única iniciativa de la Fundación Franz Weber. La misma entidad reclama que se deje de subvencionar la Tauromaquia y que esos fondos se destinen a la prevención de incendios. El argumento no se sostiene. Los Presupuestos Generales del Estado destinaban apenas 65.000 euros al asunto taurino. 30.000 de ellos iban al Premio Nacional de Tauromaquia, recientemente suprimido por el Gobierno, y los 35.000 restantes se destinan a la Fundación Toro de Lidia. Una cantidad ridícula que no alcanzaría ni para apagar el fuego del mechero de un político.
Por supuesto, nadie discute la necesidad de invertir más en la prevención de incendios. La sociedad entera estaría de acuerdo en reforzar los medios materiales y humanos para combatir un problema que cada verano arrasa miles de hectáreas y amenaza pueblos enteros. Pero eso nada tiene que ver con los toros. Vincular ambas cuestiones es un ejercicio de manipulación cuyo único fin es generar polémica, presentar a la Tauromaquia como culpable de la falta de medios contra el fuego y, en definitiva, alimentar un clima social contrario a la Fiesta.
El debate sobre los toros es legítimo, pero convendría sostenerlo desde la honestidad y no desde la tergiversación. Atacar descuentos juveniles legales o inflar la importancia de unas ayudas públicas insignificantes sólo contribuye a crear ruido y a dividir a la sociedad. Falsear datos y fabricar polémicas no debería formar parte de un debate cultural serio.






