El Mene se llevó la única oreja de una deslucida novillada de López Gibaja.
Albacete, 10 de septiembre
Tercera de feria, más de media entrada.
Novillos de López Gibaja, el quinto lidiado como sobrero, bien presentados pero justos de raza y poco juego.
El Mene (de tabaco y oro), silencio, división de opiniones y oreja.
Javier Zulueta (de rosa pálido y oro), ovación y ovación tras aviso.
Alejandro Quesada (de purísima y azabache), palmas tras aviso en el único que mató.
Alejandro Quesada fue cogido por su primero, sufriendo una cornada interna en el gemelo interno izquierdo de 12 cms. que le impidió continuar la lidia.
Se desmonteró tras parear al sexto José María Arenas.
Paco Delgado
Foto: Alberto Núñez Aroca
Aunque el día grande de la feria de Albacete fue el lunes, el día de la Virgen de los Llanos, en su apartado taurino se supone que la cima del abono llega el sábado, 13 de septiembre, con una corrida en la que Morante, Ureña y Roca Rey ya han hecho que se coloque el cartel de No hay billetes en taquillas. Pero, entre tanto, la gente sigue yendo en buen número a los toros y también para la segunda novillada picada la plaza registró una muy buena entrada que para sí quisieran otros cosos, otras ferias y hasta carteles de más o menos relumbrón. Y con un público que, cada día más, agradece lo que se hace en el ruedo y en este tercer festejo apenas se enfadó pese a lo poco que se vio.
Abrió la función un novillo distraído, corretón y gazapón que no quiso saber nada de capotes ni pelea, manseando descaradamente, siendo muy laboriosa la brega hasta llevarle al peto. Un buen puyazo en cada caballo no le hicieron mejorar. El Mene se echó la muleta a la izquierda para iniciar su faena y a punto estuvo de llevarse un disgusto. El novillo ya no quiso y el novillero ya no pudo.
También el cuarto se fue al piquero que hacía puerta, llevándose un buen puyazo en este envite y otro cuando lo llevaron al de tanda. Total, que entre que tampoco andaba sobrado de casta y la paliza, el animal se paró y El Mene sólo pudo poner ganas hasta ponerse pesado.
Fue incapaz de parar Zulueta a su primero, bravucón y sin pausa para el que se obvió el castigo en varas, llegando incómodo a la muleta. Por momentos pareció que el sevillano le podría meter en vereda, sacando algún natural de trazo largo, pero todo fueron chispazos aislados.
Se protestó ya la mansedumbre inicial del quinto, provocando que, inaudito, fuese devuelto por su tal condición. Vaya tela… El sobrero empujó en el caballo y tuvo buen son en el último tercio, pero Zulueta no acabó de acoplarse con él salvo en algún natural suelto.
Se arrancó el tercero a los picadores nada más abrirse el portón por el que salen y allí se le dio para el pelo sin que el peonaje acertase a sujetarle. Acusó Alejandro Quesada su falta de rodaje -un año hacía de su última novillada, la de su debut…- y enseguida se llevó una fea voltereta que precipitó el final de un trasteo que no fue.
Aquejado de una cornada interna en el gemelo no pudo salir a lidiar el sexto, que quedó en manos de El Mene, quien le brindó simbólicamente la muerte del novillo. Y en su honor firmó la faena más rotunda de la tarde, muy firme y asentado, aguantando los arreones que de cuando en cuando daba el novillo y toreando con temple y exposición hasta sacar todo lo que tuvo un animal que no se entregó hasta la muerte.







