Sigo con el extraordinario libro “La Tauromaquia” de Leopoldo Vázquez, Luis Gandullo, y Leopoldo López de Saa, escrito bajo la dirección de Rafael Guerra “Guerrita”.
En esta ocasión no voy a referir toros famosos, caballos muertos y lo que es peor, también lidiadores que perdieron la vida.
Se trata de la ganadería del Ecxmo. señor Duque de Veragua, que es parte de la numerosa que el rico hacendado de Sevilla don Vicente José Vázquez fundó y crió con gran esmero, y que a su muerte en 1830, pasó a constituir otras y aumentar otras más que en aquel tiempo existían.
El señor Vázquez comenzó en 1780 la crianza de toros bravos adquiridas a los criadores más acreditados de la época, entre ellos figuraba en primera línea la del del señor marqués de Casa Ulloa y el señor Becker. ambos vecinos de la villa de Utrera.
También fueron a su poder reses que pertenecían a don José Rafael Cabrera, igualmente de gran prestigio, por la dureza y reserva de pies y a veces la malicia que distinguía a los de Becker y la condición de pegajosos que caracterizaba a los de Casa Ulloa. A todo esto cabe añadir la bravura que poseían en alto grado otra ganadería que apacentaba en mismo término de Utrera y cuyo dueño era el señor conde de Vistahermosa.
Al señor Vázquez no se le podía ocultar esta importante condición, por ello su vehemente deseo de adquirir reses del Conde, pero encontraron un obstáculo insuperable en la firme voluntad del mismo al negársele hembras de su ganadería.
Todo ello a pesar de ofrecer por cada vaca cedida, una suma que hoy parecería fabulosa.
Así es como es como procedían y actuaban ciertos ganaderos de antaño.
De esta manera y como consecuencia de ello, apeló al recurso de arrendar en algunos pueblos de la diócesis de Sevila, por cierto número de años el diezmo conque a la misma contribuían labradores y ganaderos.
Sabido es que los diezmos se debía por todos los productos de la tierra, que obligaba a una cantidad de medida por cada diez que se recolectase y los ganaderos con una cabeza por cada diez del incremento, que por nacimiento tuviesen sus piaras.
Todo ello, no es más historia, pero la historia es la cruda verdad de lo que han pasado los pueblos.
Así es la vida. También afirmo que el libro es una joya. Como ya dije en su presentación.
Laus Deo.