Jumillano, que mantuvo una breve pero intensa rivalidad con Pedrés, reconocía que, incluso tenía animadversión a su compañero, al que veía casi como a un enemigo.
“Yo mantuve una competencia con Pedrés como ocurría entre los toreros antiguos, por amor propio y querer ganar la pelea a los demás –contaba Emilo Ortuño–. Un día puse la radio y escuché: Pedrés por la puerta grande. Estaba negro.
A los pocos días yo toreaba en Madrid. Un periodista me dice en el patio de cuadrillas: –¿Sabe usted que su amigo Pedrés ha salido hace unos días por la puerta grande de Las Ventas?
Y le contesté:
– Mire usted, de momento no soy amigo de ese señor, si él ha puesto la plaza boca abajo, yo la pondré boca arriba.
Y la puse, pues salí también por la puerta grande a hombros”.







