“Solamente la muchedumbre ya era magnífica, la gran multitud de colores. Superpuesta en dos y tres pisos de gradería bajo el efecto del sol y la sombra, y la sombra transportada del inmenso círculo”.
Así escribía Vincent van Gogh en una carta dirigida en 1888 a su amigo y colega Emile Bernard. Se refería el gran pintor al impacto que le produjo presenciar una corrida de toros en la plaza de Nimes. Gloria Sánchez-Grande nos aporta este testimonio.
Un martes del mes de abril de 1888, desde la ciudad de Arles, Van Gogh escribió una carta a su colega y amigo Emile Bernard. En la misiva, Van Gogh narraba que había visto espectáculos taurinos en el anfiteatro romano: “Solamente la muchedumbre ya era magnífica, la gran multitud de colores. Superpuesta en dos y tres pisos de gradería bajo el efecto del sol y la sombra, y la sombra transportada del inmenso círculo”.
El cuadro Les Arènes fue finalizado en diciembre de 1888, mientras Paul Gauguinvivía con Van Gogh en La Casa Amarilla de Arles. Aquel año, la temporada taurina en el anfiteatro comenzó el Domingo de Pascua y terminó a finales de octubre, por lo que el óleo se realizó “de memoria”, y no al natural.
Aquella carta dirigida a Bernard comenzaba con una confesión: “La imaginación es una capacidad que hay que desarrollar; sólo ella puede hacernos crear una naturaleza más exultante y consoladora que el guiño de la realidad (la cual percibimos cambiante, pasando como un relámpago)”. En la cabeza de Van Gogh ya se dibujaban los trazos de la noche estrellada sobre el río Ródano.
Gloria Sánchez-Grande