El festejo fue suspendido por la lluvia y el pésimo estado del ruedo.
Paco Delgado
Foto: Alberto Núñez Aroca
Final fallido en Albacete, un fin de fiesta inesperado y frustrado por la lluvia. Unos minutos antes de la hora del inicio de la función
comenzó a llover con fuerza y eso hizo que el ruedo, ya para entonces en unas condiciones pésimas, se pusiese impracticable.
La gente tenía ganas de toros -ya se ha visto a lo largo de todos estos días, con una muy buena asistencia a todos y cada uno de los festejos que componían la feria- y tras la gran tarde protagonizada el día anterior por los toros de La Quinta y sus matadores, El Cid, especialmente, y Emilio de Justo, los aficionados esperaban ilusionados el remate del abono con otro plato suculento: los toros de Victorino Martín.
Pero los designios del Señor son inescrutables y el mal tiempo de los últimos días se complicó todavía más. Durante todo el día hubo chaparrones intermitentes y el cielo poco antes de que la corrida comenzase de nuevo se desató un fuerte aguacero y eso hizo que el ya para entonces muy deficiente estado del piso empeorase, convirtiéndose en un barrizal.
Los toreros, ya preparados en el túnel de cuadrillas, se asoman a ver cómo está el patio y dialogan con la autoridad y la empresa. Amaina la lluvia pero no cesa y se sigue calando la arena. Manuel Escribano, Rubén Pinar y Sergio Serran salen al ruedo y cruzan hasta la presidencia para comprobar personalmente el estado del piso y su cara, cuando vuelven, lo dice todo: no se puede torear en ese lodazal. Por megafonía avisan de que la corrida se ha suspendido y todo el mundo a casa. Fin de la feria.