Una vez más, y ya se pierde la cuenta, la izquierda radical española deja ver la patita y exhibe su talante intransigente, intolerante, excluyente y autoritario. Lo que no está en su ideario, no aparece en sus manifiestos ni figura en sus manuales hay que prohibirlo. La libertad de pensamiento parece algo reaccionario y lo que no les interesa hay que eliminarlo. Y ahí entran los toros.
Paco Delgado
Este nuevo modelo de progresía, de orientación comunista y chaletazo y casoplón en urbanizaciones exclusivas y prohibitivas -e inalcanzables para el común de los mortales-, sigue poniendo en práctica aquello que ya hace siglos estableció Julio César y más tarde utilizó, ambos en provecho propio, Napoleón: divide y vencerás. Estrategia que busca generar controversias y problemas entre quienes no piensan como ellos, fragmentar en bloques diferentes a los que se oponen a sus propuestas y hacer que se enfrenten entre sí para allanar su camino. Nada que no se sepa y que parece que sigue siendo muy efectivo.
Ahora andan buscando la manera de acabar con la tauromaquia. Y digo ahora ya que hace sólo unos pocos años, durante la transición y la primera etapa de la democracia, la izquierda era ferviente partidaria del espectáculo taurino y muchos son los ejemplos de ilustres que frecuentaban plazas y toreros. Y antes, en tiempos de la efímera, equivocada y malgastada segunda república, lo toros eran tenidos por los representantes de partidos de izquierda como algo de un atractivo irresistible y fenómeno cultural de primer orden. Sólo hay que molestarse en buscar en la hemeroteca para comprobarlo.
Ahora nada de aquello cuenta y lo que importa es arrasar con todo con lo que no se comulga. Los toros están en su punto de mira y, fundamentalmente, por cuestión ideológica. Se quiere un modelo de estado, e incluso de país, en el que la voluntad personal, el criterio individual, no exista y todo el mundo se pliegue a las órdenes y caprichos de una cúpula gobernante, elitista y dictatorial, que elimina la disidencia y la libertad de opinión ¿Les suena?
Se ha visto hace poco, cuando han pretendido eliminar el cordón de seguridad que supone que la tauromaquia sea tenida como patrimonio cultural. En las provincias vascas Sumar buscaba la abolición de la tauromaquia en toda la Comunidad. En Pamplona andan dándole vueltas a ver cómo se cargan las corridas en San Fermín y allá donde pueden meter baza hacen la puñeta todo lo que pueden y más.
Hasta el titular del Ministerio de Cultura insiste en alimentar el discurso antitaurino, ignorando su obligación legal de proteger la fiesta como parte del patrimonio cultural español. El estomagante Urtasun ha vuelto a situarse del lado contrario a sus funciones constitucionales como ministro de Cultura, posicionándose en contra de la decisión del Congreso de los Diputados y en lugar de cumplir con sus obligaciones en defensa de todas las expresiones culturales, decidió reunirse con las promotoras de la fallida ILP “No es mi cultura”, una propuesta que buscaba eliminar la protección legal que la ley 18/2013 otorga a la fiesta brava. El gesto del ministro evidencia su disposición a reabrir un debate que ya fue resuelto por el Congreso.
Desde instancias estatales no se mandó ni una nota de pésame por la muerte de Rafael de Paula, distinguido hace años por el Ministerio que ahora deshonra y, para seguir haciendo sangre, ignora y esconde la figura de Ignacio Sánchez Mejías en la Comisión Nacional para la conmemoración del Centenario de la Generación del 27, grupo que nació gracias al esfuerzo, en todos los órdenes, del que, entre otras muchísimas cosas, fuera matador de toros, condición que a ojos de esta caterva de ignorantes y malvados invalida y hace despreciable todo lo hecho por una figura de talla infinitamente superior a todos los que ahora buscan dividir para medrar en provecho propio. Lo que se dice miserables.







