Memoria de Rafael de Paula, una vez que el autor estuvo con él en Sevilla, hace muchos años.
Juan Martínez
Si en una tarde de toros, en las tierras jerezanas,
entre soleras de roble y sus guitarras gitanas
te resuenan los olés y las palmas sueltan ascuas.
Si a las cinco de la tarde, Jerez en silencio, sueña
y la escuela del toreo, falta hoy de sentimiento, empeña
todo su afán en buscar fuente y esencia.
Si en el ruedo hay un torero, con majeza y con tronío
que siembra la incertidumbre, y hace soñar al gentío
con una tarde preñada de un toreo que ya es leyenda.
Si, el público mira al ruedo, observa en silencio y calla
y apenas se abre el compás, brota el arte, ¡el aura estalla!
y una luz inunda el alma de quien del toreo entiende.
Si, la seda y el albero, en noble beso se funden
y la razón y el exceso, en el “tendio” se confunden,
sin saber dónde está el hilo del que la vida depende.
Si, la estela de un capote lleva al toro en sus entrañas
y la esencia del toreo, arte de nuestras Españas,
se mixtura sin recato con la leyenda y el duende.
Si, una muleta te abrasa en lo mas hondo del alma
y después de mucho tiempo, cuando ya reina la calma
en tu recuerdo perdura y hace acto de presencia.
Si, un natural por su hondura te hace perder el sentío,
y un redondo por su arte, profundo como el “quejio”
de la garganta gitana, su grandeza te sentencia.
Si encuentras, estudiosos convencidos de que el toreo y su ciencia
cuya verdad absoluta, ni existe, ni aún la sapiencia
que otorga dicha maestria, se ha de aprender en el aula,
Si el arte brota espontáneo, y riega todo el albero,
llegando hasta lo mas alto, como el canto de un jilguero
que cala hasta lo mas hondo, desde dentro de su jaula
Si escuchas tu corazón y te duelen sus latidos
¡Silencio!. ¡Manda el Toreo! el que quita los sentidos.
Hoy torea Rafael de Paula.







