Cortó las dos orejas a su segundo toro tras una gran faena. Otra, muy valiosa, se llevó Navalón, que confirmó.
Las Ventas (Madrid), 28 de septiembre.
Primera de la Feria Otoño.
Lleno.
Toros de Juan Pedro Domecq y Garcigrande.
Enrique Ponce, silencio y dos orejas
David Galván, ovación y silencio.
Samuel Navalón, que confirma su alternativa, ovación tras dos avisos y oreja.
Miguel Ángel Herráiz
Foto: Plaza 1
Enrique Ponce, quien se despedía del público madrileño, David Galván y Samuel Navalón, con su confirmación, formaron la terna de matadores del primer festejo de la Feria de Otoño enfrentándose a toros de Garcigrande (1º, 2º, 3º) y Juan Pedro Domecq, con buena presencia, variedad de comportamiento, justeza de fuerza y entrega medida. Enrique Ponce destacó en su segundo astado con un toreo reposado e inteligente, derrochando oficio frente a un ejemplar sin celo al que supo sacarle, a base de oficio, todo lo que tenía acoplándose, robándole muletazos y saliendo por la Puerta Grande. David Galán se entregó en ambos, arriesgó y demostró buen nivel. Samuel Navalón prodigó ganas en su lote, templó por ambos pitones, no escatimó valor y cortó una meritoria oreja al exigente sexto de la tarde.
El de Garcigrande que correspondió a Enrique Ponce, se partió el pitón derecho en su encuentro con el caballo. El público se enfadó con el Presidente al permitir que continuara en el ruedo; la bronca fue a mayores y al no ser devuelto mostró su desaprobación al torero durante la faena de muleta, viéndose obligado a darla por terminada y estoquear. En el de Juan Pedro Domecq templó por verónicas de buen trazo. Empujó en el caballo perdiendo las manos al salir de la suerte. Excelente fue el par de banderillas de Fernando Sánchez quien tuvo que saludar. Brindó al público y comenzó con suaves doblones a media altura. Se esmeró en el manejo de la muleta cuajando lentas, templadas y largas poncinas que el público jaleó. Mostró veteranía, conocimiento, se entregó pasándoselo con gusto, robándole enjundiosos muletazos de a uno, por ambos pitones, y conectando fuertemente con el respetable.
David Galán recibió, con los pies asentados sobre el albero al de Garcigrande, luciéndose con unas poderosas verónicas. Brindó al público. Inició por estatuarios, continuando en el tercio con series largas por el pitón izquierdo, adelantando la mano, templando, con transmisión y desplazamiento, consiguiendo intensos muletazos frente a un toro que embistió con boyantía. Cambió de pitón, fue parándose y comenzó a medir al torero. El de Juan Pedro Domecq no se prestó al lucimiento con el capote. Mejoró en el quite por ceñidas chicuelinas de Samuel Navalón. Brindó a Enrique Ponce. Se quedó corto en la muleta admitiéndolos de a uno, por el pitón derecho, perdiendo las manos por la falta de fuerza, condición que le impidió mayor desplazamiento.
Samuel Navalón recibió a portagayola al de Garcigrande que le correspondió en la confirmación. Puesto en pie templó por verónicas rematando con una lenta media cerca de las rayas. Derribó en varas. Tuvo peligro en banderillas. Con la muleta se acostó por el pitón izquierdo, aguantando con quietud. Por el derecho el toro fue a mejor, llevándole uncido, tirando, dejándosela puesta para ligar los muletazos y pasándoselo cerca con la aprobación del público. Finalizó exprimiendo por el derecho en una faena de larga duración. Con el de Juan Pedro Domecq, que cerró plaza, destacó por verónicas rematando con una enjundiosa media en el centro del ruedo. Brindó al público. Inició con un farol en los medios. Por el derecho ligó, aguantó y consiguió profundos pases de pecho. Por el izquierdo siguió con ambición de triunfo, asentando los pies y toreando con cercanía siendo levantado violentamente del suelo, afortunadamente sin consecuencias, volviendo a la cara como si nada hubiera pasado. Las tres ajustadas bernadinas finales fueron de escalofrío. Cortó una valiosa oreja.
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