Antonio Ferrera perdió su premio al matar mal a su primero.
Madrid, 13 de abril.
Plaza de Las Ventas.
Corrida de Domingo de Ramos.
Media entrada.
Toros de Valdellán y uno, tercero, de Los Maños.
Alejandro Mora, que confirma la alternativa, silencio con tres avisos y silencio.
Antonio Ferrera, ovación y bronca.
David de Miranda, silencio y silencio tras dos avisos.
Miguel Ángel Herráiz
Foto: Plaza 1
Una corrida de la que se esperaba mucho. Los astados tuvieron presencia, cinco fueron cinqueños, exigieron a los toreros, dieron pocas opciones para el lucimiento y destacaron el poderoso quinto, encastado y violento, que correspondió a David de Miranda; el primero, con lidia importante bajando la mano, para Alejandro Mora en su confirmación, y el segundo que cayó en suerte a Antonio Ferrera, quien aprovechó su clara embestida para exhibir momentos de inspiración, conectando con el público. Alejandro de Mora tuvo actitud pero con su desafortunada utilización de los aceros llegaron los tres avisos. David de Miranda lo intentó con uno al que le faltó fuelle, en el otro asentó los pies, cuajó muletazos templados y arriesgó sin poder redondear faena por la violencia del toro.
Cinco años y un mes, acompañados de 593 kilogramos, tenía el primero de Antonio Ferrera al que saludó con lentas, cadenciosas y templadas verónicas de calidad, de mejor factura por el derecho. Cumplió en la pelea con el picador. Ángel Otero saludó en banderillas. Cerca de los medios inició con la muleta entrando descompuesto y rebrincado. Acortó distancia por el derecho acoplándose en dos tandas a media altura, bajando la mano y ligando. Por el izquierdo le metió con claridad en la muleta y a partir de ese momento conectó fuertemente con el público. Volvió al derecho demostrando oficio, corriendo la mano con lentitud y brilló alargando el brazo en naturales, ampliamente ovacionados por el público. Su segundo de 5 años y 7 meses, lució 629 kilogramos. No dio opción con el capote y blandeó. El público protestó. Antonio lo intentó con la muleta por ambos pitones. Consiguió por el derecho a media altura muletazos de calidad pero la escasa fuerza del toro y las protestas del público no dieron para más.
A David de Miranda le devolvieron su primero. Salió un tercero bis, de Los Maños, que metió bien la cara en el capote, con fijeza y humillando al que saludó con templadas verónicas y una media excelente. Blandeó en banderillas. Brindó al público. En la muleta mostró su justeza de fuerzas desde el inicio en el tercio. El desplazamiento fue escaso costándole pasar. A medida que transcurrió la lidia se fue enterando, miró mucho y midió. Lo intentó David por el izquierdo consiguiéndolos de a uno, y con riesgo, por la cada vez mayor exigencia y menor calidad en la embestida. Su segundo se acostaba en el capote por el pitón derecho. Entró descompuesto a la muleta levantando la cara. Consiguió en terreno del tercio meterlo en la pañosa en una serie de cuatro por el derecho a media altura. Por el izquierdo tardeó y se mostró incierto buscando. En las siguientes series por el derecho ligó con valor, robándole muletazos a este violento toro dejándosela en la cara para mantener el ritmo y sacar meritorios muletazos.
El de la confirmación de Alejandro Mora no se entregó en el capote y blandeó. Brindó al público. Por el izquierdo soltó la cara y rebañó. Por el derecho bajó la mano, mostró decisión y ligó muletazos de calidad, sin cuajar lo suficiente para conectar con el público. Con el uso de los aceros llegaron los tres avisos. A segundo, cinqueño, le instrumentó aseados muletazos por el derecho tragando y aguantando los pitones a la altura del pecho por el izquierdo. Lo deslucido del toro y el mal uso del estoque diluyó lo realizado ante un peligroso ejemplar.
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