Gran faena del torero de La Puebla, que corta dos orejas al último toro de su feria.
Sevilla, 7 de mayo.
Decimotercera de abono
Lleno de “No hay billetes”.
Toros de Torrestrella ,desrazados y sin fondo, y uno, cuarto, corrido como sobrero, de Garcigrande, de buen juego.
Morante de la Puebla, silencio y dos orejas.
El Juli, ovación y ovación
Manuel Perera, que tomaba la alternativa, ovación y vuelta tras aviso.
Pepe Ruciero
Foto: Toromedia
Cartel de no hay billetes en La Maestranza, alternativa del pacense Manuel Perera y de nuevo Morante y Juli en el cartel. La exigencia de Morante de encerrarse con ganaderías de renombre, que no pasan por un buen momento, no tiene ni pies ni cabeza, sobre todo cuando un público en una feria como la de Sevilla viene a divertirse y a pagar una entrada con ganaderías de ciertas garantías y no a presenciar una corrida con toros con poca raza y sin fondo en el último tercio. Sevilla no es plaza de experimentos.
La tarde estuvo condicionada a la actuación de Morante ante su segundo toro, un sobrero de Garcigrande que de salida apretó en el capote y se comía los pies de Morante, poniéndolo en aprietos sobre las tablas. Con codicia y rajadito se fue a los terrenos del 10 mientras sembraba el desconcierto en la cuadrilla y se formaba la capea de San Juan del Puerto. Nadie daba un duro por el toro, empezando por mí, mientras que Morante, apoyado sobre las tablas, pensaba por donde le meto mano. Y pensó y actuó para bien. Sobre la primera tanda con violentas embestidas con la cara alta, medio se dejó, pero a partir de ese momento en el ruedo ya había otro toro, no era ilusionismo: era la genética de este Garcigrande que hizo honor a su apellido; escarbaba de salida pero cuando se arrancaba ya no se paraba y Morante lo entendió a las mil maravillas. Le cogió la distancia y el temple y se obró el milagro. Lo embarcó con cadencia y torería en tandas con armonía y sentido artístico, con la naturalidad innata de este torero; lo citaba en tandas ligadas de muletazos que sabían a gloria y el público entregado de pie en los tendidos, la locura estaba servida y La Maestranza entregada. Para el recuerdo en la historia de esta gran obra de alto nivel, un cambio de manos y una serie con la diestra de la que el mismo Benlliure desde el cielo habrá tomado nota. Lo pasaportó de una estocada, sonando un aviso. Se pidieron con fuerza las dos orejas. Morante recibió a su primero con decorosos lances, mal puesto en el caballo sin respetar las rayas; protestaba por arriba, sin recorrido. Dio un mitin con la espada antes las protestas del respetable.
Juli lanceó a un bonito burraco de salida destacando una media a manos bajas. Realizó un quite por chicuelinas con mucho garbo. El Torrestrella venía tan justo de fuerzas, que la voluntad e interés del Juli por mantener al burel en pie no daban calidad a su faena. Se inventó una de maestro, con pases largos templando por ambos pitones. Con su segundo estuvo fácil con el capote y puso ganas ante tan ínfimo material desfondado. No fue su toro, ni tampoco su tarde. Mal lote el correspondido.
El joven Manuel Perera tomó la alternativa de manos de Morante. Recibió al toro de su alternativa, de nombre Barbacana, de rodillas, con lances muy suaves aunque el toro se vencía por ambos pitones. Difícil papeleta para el toricantano, que necesitaba otro material, estuvo en riesgo de cogida toda la faena, en cada muletazo se presagiaba la tragedia. Se fue a portagayola a recibir a su segundo, que salió con pies. Lanceó con entrega entre el desconcierto del momento.Con buena disposición y formas galleó por chicuelinas para poner al toro en suerte. Se desmonteró Javier Perea en banderillas. Inició de rodillas su faena, ligando una serie con la derecha y se le coló por la zurda, siempre con arrojo, destacó en un par de series con el toro paradito que llegaron a la sensibilidad del público y del director de la banda, aunque no tomó el vuelo deseado.