Sábado 12 de octubre de 2019. Plaza de toros de Utiel. Más que aceptable entrada en tarde agradable. Astados de La Palmosilla, bien presentandos y de buen juego. Al segundo se le premió con la vuelta al ruedo. Clemente Jaime de la escuela taurina de Guadalajara, oreja. Germán Vidal El Melli de la Escuela El Volapié de Sanlúcar de Barrameda, dos orejas. Aaron Rull de la escuela taurina de Castellón, oreja. Alberto Donaire, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, oreja. Borja Navarro, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, dos orejas. Presidió Antonio Puchol. Entre las cuadrillas destacaron en la lidia Javier Camps y Alejandro Contreras, con los palos Miguel García y Álvaro Coso apuntilló dos novillos con acierto.
Enrique Amat, Utiel
Para conmemorar la festividad de la virgen del Pilar se organizó una clase práctica de las escuelas de tauromaquia en la plaza de toros de Utiel.
Todo un lujo para los aficionados, el tener la ocasión de disfrutar de un día de fiesta en un lugar tan entrañable como es Utiel, y con la oportunidad de presenciar un festejo de promoción.
Para la ocasión se eligieron erales de la ganadería de La Palmosilla, que estuvieron muy bien presentados y cuyo comportamiento fue más que destacado.
El castaño y chorreado primero estaba sobrado de cuajo. Luego tomó las telas sobrado de casta, con fijeza, repitiendo incansable las embestidas y humillando una enormidad. El castaño y bociblanco segundo, Carasucia de nombre, fue una máquina de embestir. Enrazado, con fijeza y prontitud, lució por sus largos viajes y su celo.
El también castaño tercero siguió la tónica de sus hermanos y tuvo transmisión, fijeza, prontitud y movilidad. El negro cuarto manseó de salida y tuvo una acusadisima querencia a los terrenos de adentro. Fue y vino, aunque siempre se quiso rajar. Y el cierraplaza también tuvo una exagerada tendencia a los terrenos de tablas.
Clemente Jaime de la escuela taurina de Guadalajara, se mostró como un torero enterado y con oficio. Manejó con variedad el capote y abrió su faena de rodillas en el platillo. Luego muleteó con sentido de la ligazón y siempre bien colocado.
Germán Vidal El Melli de la Escuela El Volapié de Sanlúcar de Barrameda es un espada espigado quien manejó con templanza y cadencia el capote. Luego, con la muleta, le dió distancia a su oponente, al que trasteó con sentido de la ligazón y buena aire, tratando de acompasar sus embestidas. A su trabajo, vibrante y entonado, le faltó un punto de templanza y le sobró aceleración y amontonamiento.
Aaron Rull, de la escuela taurina de Castellón, se fue la puerta de chiqueros a recibir a su novillo con un farol de rodillas. Luego trasteó con tesón y esfuerzo en un trabajo arrestoso y voluntarioso, en el que se vio desbordado por su oponente. Sufríó una fortísima voltereta que no hizo mella en su decisión.
Alberto Donaire, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, se enfrentó al garbanzo negro del encierro. Pese a ello, se le vio como un torero con desparpajo y soltura en la cara del novillo, sobrado de recursos y zarpas. Fue capaz de buscarle las vueltas y resolver las complicaciones de su antagonista. Y encima, tiene una gran comunicación con los tendidos. Falló con las armas toricidas.
Y Borja Navarro, también de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, mataba su primer novillo y exhibió un más que interesante corte de torero. Firmó pases de excelente rúbrica y apuntó muy toreros detalles. Se abrió un crédito.