Mientras toda España se encontraba privada de electricidad debido a el apagón sin que nos diéramos cuenta, fui recibido por el ganadero Aurelio Hernando en la finca «Carascosilla» en Soto del Real (Madrid).
Texto y foto: Philippe Gil Mir
La ganadería de Aurelio Hernando, una de las pocas que en la actualidad conserva la mítica casta Veragua. Sangre brava de abolengo, que en esta casa se selecciona para mantener sus variadas capas y su seriedad clásica, y para que sus toros embistan con la bravura, buen estilo y duración que propicia el éxito en la tauromaquia actual.
El ganadero Aurelio Hernando nos condujo por todos sus cercados para mostrarnos sus becerros, vacas, erales, utreros y cuatreños, un total de 600 cabezas aproximadamente, mientras nos explicaba las características y la historia de su ganadería sin pelos en la lengua.
Aurelio Hernando es un apasionado. De toros, por supuesto, pero no solo. El caballo es también su afición. El hombre tiene un centro ecuestre en Soto del Real y compite a alto nivel en recorridos de salto de obstáculos. Toros, caballos, imaginen su horario, pero cuando se ama no se cuenta. En cuanto al ganado, su amor se centra en el encaste Veragua. Un amor imposible. Del amor nacen las ilusiones que empujan a la sinrazón. Y a veces conviene ser irrazonable, en tauromaquia se llama romanticismo, lo que permite quitar la parte de locura que contiene la palabra. Aurelio Hernando no está loco, al contrario. Se trata de un hombre tranquilo, dulce, sereno y solo el amor por el toro de lidia y el encaste Veragua pudo empujarlo a un proyecto tan irrazonable como criar a los descendientes del Duque de Veragua en el siglo XXI.
Comenzó como ganadero en 1992 asociándose con Javier Gallego García para salvar el núcleo restante de origen Veragua de la ganadería familiar de este último. Partieron con 17 vacas y 1 semental. Una ganadería tipo «arca de Noé» bautizada «Hernando-Gallego», que agrupa los vestigios veragueños de la antigua ganadería de Enrique García González, cuyo hierro original anunciado «Hijas de don Enrique García» está desde entonces vacante. Los dos hombres atacan con fe y pasión su búsqueda salvadora. La suerte parece estar de su lado. Aunque el único semental muere muy pronto, un macho saldrá de las vacas preñadas. Su filiación le impone su función y este semental designado resulta excepcional. Hay signos que no engañan. La bestia reinará sobre el rebaño durante catorce años.
Poco a poco, los dos hombres consolidan su ganadería. Si toda su atención se centra en la casta Veragua, una veintena de vacas no pueden constituir una ganadería. Aumentan así el rebaño con vacas de origen Domecq de Victoriano del Río. Esta segunda línea se mantiene separadamente. A fuerza de trabajo, Aurelio y Javier llegan al nuevo milenio con un centenar de vacas Veragua. Misión cumplida. El amor triunfó sobre la razón y gracias a la sinrazón de nuestros dos ganaderos los Veragua de la familia Gallego nos han llegado. En 2002, Javier y Aurelio se separan. Aurelio se muda a las afueras de Soto del Real, a la antigua finca de José Aleas (hermano de Manuel) cuya placita es de época. Su divisa caña y negro hizo su presentación en Soto del Real con motivo de una novillada sin picadores en 2004. Al año siguiente, la ganadería lidió sus primeros novillos en novillada con picadores. Le sigue en 2006 la primera corrida de toros, también en Soto del Real. La camada es corta, pero Aurelio no tiene problemas para vender su ganado que se lidia principalmente en los alrededores de Madrid. 2011 fue un año clave, la ganadería hizo su presentación en Francia en Orthez y un sobrero fue lidiado en Madrid. Desde entonces, se repetirá casi cada año. La ganadería empieza a hacerse un nombre y solo podemos alegrarnos. El 14 de junio de 2025, serán lidiados en Navas del Rey (Madrid) para la primera semifinal de la Copa Chenel.