Joaquín Mompó Camisero es protagonista de un libro, obra de Paco Delgado y editado por la Diputación de Valencia. En él se recoge la trayectoria profesional y humana de un personaje que es parte viva de la historia del toreo en Valencia.
Enrique Amat
“Yo he sido muy feliz como torero. No me puedo quejar. Desde la primera vez que me vi vestido de torero, en ese mismo momento empezaba a sentirme otra persona. Como si me saliese electricidad de dentro. Me sentía cambiado y me transformaba. Y me siguió sucediendo esto cada vez que me vestía de torero. Y luego, además, me lo pasaba bien en la cara del toro.”
A pesar del miedo.
“El torero no le tiene miedo al toro. Tiene miedo a la plaza, a la responsabilidad, al público, al futuro, a lo que te juegas cada tarde, a tu porvenir.. Yo al toro no le he tenido miedo. Responsabilidad sí. Respeto también. Y al querer quedar bien. A hacer las cosas bien como profesional y cumplir al servicio de tu matador.”
Un matador como Santiago López, quien fue importante en su vida.
“La verdad es que entrar a torear con Santiago vino de la mano de Pablo Celis. Después de la muerte de Chicuelo, Celis iba a colocarse con Santiago Lopez. Pero ya estaba con Ricardo de Fabra. Entonces Pablo habló con Paco Sanz y le dijo que él no podía irse con Santiago, pero que Camisero iría bien para actuar con él. Yo ya había toreado bastante. Pablo me avaló y dijo que respondía por mí. Fuimos al bar Bolos, que estaba en el Camino del Grao. Hablamos allí y les dije que me interesaba la colocación. Porque a Santiago yo le veía camino, le veía un futuro y muchas condiciones.”
Y a partir de ahí, parafraseando el final de la película Casablanca”, empezó una gran amistad.
“Comenzamos a entrenar en el chalet de Martínez Castro. Y pasamos muchas horas juntos. En la plaza y creo que le serví mucho. Yo siempre he toreado el favor del matador. Si había que quitarse la montera para saludar, Santiago te daba cancha. Nos permitía recibir al toro, y lucirnos en banderillas. Aunque yo soy consciente de que quien debe lucir es el matador. Con esas corridas de toros que lidiábamos, había que ayudar al matador. Las palmas deben ser para los matadores. Y el que las quiera, que se eche la muleta a la mano izquierda, si es capaz. Estuvimos muchos años juntos. Santiago fue un gran torero. Tuvo muchas virtudes. Entre ellas, el récord de largas cambiadas a un toro. Y con aquellas corridas tan duras que toreábamos. Y en esas plazas, como Barcelona, Palma de Mallorca, Madrid, Sevilla. Valencia casi era como un oasis entre tanta responsabilidad. Matábamos corridones de toros. O Pamplona. Una plaza que, aunque hay mucha controversia con ella, tiene que existir. Por su colorido, su ambiente. El entusiasmo del sol. Eso es la fiesta viva.No todo va a ser la seriedad de la sombra. Nos enfrentábamos a encierros de Miura, o de Pablo Romero de más de 600 kilos. Además era la época de la guerra contra el afeitado y matábamos todo sin tocar. Luego Santiago con la espalda fue gente. Después de Paco Camino, es al que mejor he visto matar los toros, con más eficacia. Un pedazo de torero”.
Hay una anécdota con un toro de Miura de la que todavía se acuerdan.
“Estamos toreando en Barcelona. El toro, que era un tío con dos pitones y un tremendo cuajo, se estrelló contra el burladero, le llamó el bueno de Pepe Martí. Se pegó con un poste de hormigón que tenían los burladeros en aquella plaza. y se mató. Balañá quería que le echasen agua para que se levantase. Yo le dije al puntillero que era un tal Joselete, que le apuntillase rápido. Y así lo hizo. El toro se había inutilizado durante la lidi, y así ya no matábvamos otro. Yo le dije a Santiago, no pidas el sobrero, que nos sale otro mastodonte. Y luego a su segundo le cortó las dos orejas.”
Nacido en Cullera el 16 de julio de 1935, Joaquín fue al colegio en Valencia con Manolo Catalán, hermano de Pepe Catalán. Y en seguida entró a trabajar en la Camisería Ariño, a los 10 años. Aquello le dio trabajo, y acabó dándole el apodo y también a su esposa.
“La camisería estaba en la calle Embajador Vich. Vivía como ahijado de ellos. Hacíamos camisas a los toreros, por contactos, y a través de la maestra Nati. Mucha gente pasaba por allí. Por entonces funcionaban Pepe Catalán, Manolo Cortes, Paco Peris, estaba El Choni. Recuerdo que Vicente Barrera Cambra venía todos los días a las tres de la tarde para echar un rato con mi suegro y luego se iba a tomar Café al Casino de Agricultura. Era un personaje impresionante, siempre con un traje azul claro, bien peinado.”
Y con apenas 15 años se vistió usted de luces.
“Fue el 4 de octubre de 1950 en Algemesí, con Paco Calvo y Manolillo de Valencia. Y seis días después, viví una experiencia muy bonita. Y es que llevé las camisas confeccionadas por Ariño que lucieron la tarde de su alternativa en Valencia, a Julio Aparicio y Litri. Ellos eran casi dos críos, como yo. Se las llevé con mi suegro. Y ahí estuvimos hablando en la habitación. Luego le pedí a Camará una entrada para poder ir a los toros por la tarde. Me dijo que le esperase frente a la plaza, y que ya me entraría. Me quedé plantado en lo que era Foto X, que estaba frente al kiosco Cobijano. Cuando llegó Camará me dijo: “cógete de mi brazo chaval”. Y me metió en la plaza. Luego hay una fotografía en el libro en la que están Aparicio y Litri saliendo a hombros y yo, junto con el barullo de la gente que está llevándole en volandas.”
Toreó mucho con el espectáculo Galas de Arte.
“Aquello fue una gran escuela. Llegué a torear 503 festejos. Yo iba en el espectáculo y hacía de todo. Y luego o toreaba de matador o de sobresaliente, dependía del lugar donde toreabamos. Más tarde, Jesús Murciano El Suso, que era un novillero que ya funcionaba, me aconsejó para que me hiciera banderillero porque el tema estaba muy complicado. Y yo pasé directamente a torear con picadores sin torear becerradas como subalterno. Y debuté en fallas el 17 de marzo de 1960. Alternando El Suso con Paco Camino y Josele. Ese día le dieron una cornada a Josele, y al día siguiente cogimos la sustitución para torear de nuevo con Paco Camino y Rogelio Monterrubio. Con El Suso estuve un tiempo, y también con el Turia. Hasta llegar a Santiago López.”
Recuerda a muchos compañeros.
“En Valencia han habido siempre excelentes profesionales. Pepe Martí, Juan de la Cruz, Graneret, Salchicha, Pepe Moncada, Pepe Martí, Rafael Marzal, Niño Mateo, Eliseo Capilla, Pepe Cerdá, Curro Pérez, Alejo Oltra ó Félix Guillen. Y más recientemente gente como Agustín Fernández, Copete, Montoliu, Canina o Curro Valencia entre otros muchos. Y de fuera Michelín, Tito de San Bernardo, Pepe Pirfo, Bojilla, Almensilla, Finito de Triana, Corbelle. Se toreaba mucho en esa época, y el toro tenía mucha movilidad y fiereza.”
Eso sí, en aquellos tiempos era más difícil estrenar un vestido de torear.
“Yo el primero nuevo que tuve me lo hizo la maestra Nati. Un terno verde y plata que lo estrené toreando con Miguel Espinosa Armillita de novillero en Valencia.”
Joaquín tiene muy clara su visión sobre lo que es la fiesta de los toros.
“El toro tiene que imponer y el torero que resolver. El toro sale y embiste y hay que poderle. A mi me gusta el toro toro. Yo podía con todos, no es falsa modestia. La tauromaquia es un mundo fantástico y maravilloso. Al margen de lo trágico que es. Todo el mundo sabe que el riesgo está ahí, nadie piensa en que te mate un toro o que te vaya coger, pero eso es algo que hay que asumir y no hay que olvidarlo. Yo siempre lo he tenido presente, aunque no se hable de ello. Una tarde toreaba en Requena con Santiago López. Enrique Brines, el abogado, vino conmigo. Al llegar a la habitación saqué las cosas y me hice la silla. Me había llevado dos pijamas. Y me preguntó Enrique que por qué llevaba dos pijamas, si esa misma noche volvíamos a dormir a Valencia. Entonces le dije: “Uno de los pijamas es porque después de comer me echo un rato y descanso antes de vestirme de torero para ir a la plaza. Y el otro, por si pasa algo. Lo que no llevo es el recibo del Ocaso.”
Hablando de ello, a usted le curaron de un puntazo en la rodilla en Talavera, en la misma camilla donde le atendieron a Joselito la tarde del 16 de mayo de 1920.
“Así es. Me dieron un puntazo en la rodilla y me atendieron allí. La verdad es que es una anécdota. A mí no me cogieron mucho los toros, tengo otro percance en Quintanar de la Orden, una cornada en Valencia y algunos porrazos más. Pero en general me han respetado los toros”.
También estuvo al frente de la Escuela de Tauromaquia de Valencia.
“Yo estuve en la escuela como director artístico varios años, cuando se jubiló El Turia. Fue una época bonita. Es un desempeño muy enriquecedor. Ahora los chavales lo tienen más complicado por este tema de la pandemia. Pero tienen que hacer lo que sea. Clases prácticas, tentaderos, matar animales a puerta cerrada. No se tiene que dejar de cuidar la cantera. Incluso es preferible estar pendiente de ellos que de las figuras. Porque en ellos está el futuro”.
Su hijo Joaquín también fue torero.
“Sí, tenía afición. Se apuntó a la escuela de tauromaquia. Y llegó a torear con picadores. Pero tuvo la virtud de que no olvidó los estudios. Estudió Económicas. Y luego estuvo siete años dirigiendo una sucursal de Kutxa Bank y luego ahora está en Generali Seguros. Y se ha hecho una carrera profesional fuera de los ruedos. Yo con él no pasaba miedo. En la plaza no, en el campo sí, porque ibas a veces a tentar vacas astifinas y, si pasaba algo en una finca perdida, me daba miedo ya que no había asistencia médica en kilómetros a la redonda. A mí me preocupaba más que no estuviera bien. Incluso cuando le daban una voltereta, yo pensaba que aquello le venía bien. A lo mejor, si hubiera seguido toreando y hubiera llegado a más, hubiera pasado más miedo. Pero me dió una gran alegría cuando lo dejó. Y él sigue teniendo mucha afición, pero se ha hecho un hombre fuera de los ruedos, que es lo importante.”
Camisero está agradecido a su vida de torero.
“Yo he tenido el privilegio de vivir de la profesión de torero. He formado una familia. He vivido del toro. Lo más importante es vivir el día a día y ser feliz con lo que haces. Con tu gente. Eso es lo que te llevas. Lo más bonito es trabajar y hacer lo que a ti te gusta y lo que te satisface. La familia, los amigos, los compañeros, el dinero, porque los cortijos no te los llevas a la tumba. Lo importante es tener afición. Si no la tienes, no se puede estar en estos ni hacer grandes cosas. Y tener mucha vocación. He sido torero y feliz. No puedo pedir más.”
Ahora queda poder presentar el libro.
“Bueno, a ver si hay suerte, escampa el COVID, y podemos hacer una presentación. Y luego que se pueda adquirir. Yo tengo demanda de muchísima gente. De Valencia, y de otras ciudades de España. Los aficionados y los amigos quieren leerlo y yo espero que tengan acceso a él muy pronto. Se me han quedado muchas cosas en el tintero. Haría falta otro libro, o dos, para recoger todas las anécdotas que he vivido. Yo agradezco que se hayan acordado de mí. Paco se ha volcado, le ha dedicado muchas horas, y para mí ha sido una alegría y una gran satisfacción. Ha quedado muy bien. Se trata de la biografía de un hombre que fue torero. Y yo pienso que de un buen hombre. No pretendo más.“