Sábado, 2 de septiembre de 2017. Plaza de toros de Requena. Más de media entrada en tarde agradable. Toros de Los Eulogios, variados de pelaje y muy cómodos por delante, que dieron buen juego en general. Juan José Padilla (verde y oro), dos orejas y dos orejas y rabo. Jesús Duque (tabaco y oro) oreja tras aviso y dos orejas. Varea (rosa y oro) oreja tras aviso y oreja. Presidió con generosidad la concejala Ana Karina García.
Tras los acontecimientos que se están viviendo esta temporada, con plazas que se quedan sin toros como los casos de las valencianas de Xàtiva y Villena, y otras muchas entre las que se cuentan Vitoria y Medina del Campo, por citar algunos ejemplos, fue un lujo poder ir a Requena a los toros. Una ciudad en la que a mediodía se respiraba un excelente día de fiesta, con una climatología espléndida y con sus calles abarrotadas de lugareños y forasteros.
Por la tarde, la centenaria plaza de toros de la ciudad registró una más que aceptable entrada de espectadores para presenciar la corrida correspondiente a su feria de la Vendimia, con su nueva empresa Tauroemoción a la cabeza. Más de la mitad de los tendidos del coso se cubrieron en una tarde de más que agradable temperatura y ambiente festivo en los tendidos, que premiaron con largueza a los actuantes. Y si en esta ocasión la lluvia no dio al traste con el festejo, como sucedió en la feria del embutido, lo cierto es que el sábado en lugar de caer agua, la lluvia que se derramó sobre el coso requenense fue de trofeos, que se solicitaron y concedieron a mansalva.
El encierro de los Eulogios lució una variada presentación, tanto por sus hechuras como por sus pelajes. De correcto trapío si bien escasamente ofensivos, colaboraron con sus matadores. Un muñeco sin cara, bajito y precioso fue el castaño primero, todo un dije que luego resultó en su juego tan noble como pastueño. Un poco más descarado el segundo, que se movió y desplazó, aunque siempre algo remiso y tendiendo a reponer. Asimismo resultó muy manejable el tercero, si bien por momentos tendió a sorprender a su matador.
Al cuarto, sin emplearse, algo va a su aire y protestón, le supo buscar las vueltas su lidiador. El jabonero quinto dio un excelente juego: templado, acompasado y sobrado de clase y transmisión. Y el castaño sexto se dejó, aunque tuvo muy pocas fuerzas.
Encabezaba la terna Juan José Padilla, quien hacía su debut como matador de toros en esta plaza. Saludó a sus oponentes con largas cambiadas y banderilleó con espectacularidad. Luego, trasteó a su primero con profesionalidad, seguridad y suficiencia, a lo que fue un astado cómodo y obediente hasta decir basta. Ante el cuarto, tiró mano de recursos, oficio y profesionalidad en un trabajo solvente y comunicativo, con una plausible actitud y en el que supo entender a su oponente. Con todo, fue premiado con largueza.
El espada local Jesús Duque muleteó con voluntad y buen aire a su primero, en una labor de corte clásico y siempre esforzada, que no terminó de tomar vuelo. Y porfió con entrega y disposición ante el quinto, ante el que firmó una labor empacada de largo metraje, en la que lo intentó por todos los medios sobresaliendo el tramo final de la misma. Mató de una excelente estocada.
El castellonense Varea manejó con excelente son el capote ate el tercero, ante el que rubricó una labor de rutilante expresión, compuesta y con calidad, salpicada de muletazos sueltos bellísimos en el marco de un trabajo algo discontinuo y sin remate. Y volvió a dejar muestras de su clase ante el aplomado sexto.
Foto: Martínez Cantero