Tomás Rufo sale a hombros tras una muy sólida actuación.
Valencia, 16 de marzo
Quinta de la feria de fallas
Lleno.
Cuatro toros de Jandilla y dos, primero y quinto, de El Parralejo. Conjunto de muy desigual presencia, poca fuerza y juego desigual.
Manzanares (de pavo y oro), oreja y ovación.
Roca Rey (de botella y oro), silencio tras aviso y oreja.
Tomás Rufo (de corinto y oro), oreja y oreja con aviso.
De las cuadrillas destacaron Sergio Blasco y Fernando Sánchez.
Paco Delgado
Foto: Mateo
Tras la tregua del día anterior, de nuevo la lluvia hizo acto de aparición y aunque no influyó tanto como para que el festejo corriese peligro sí que hubo que esperar unos minutos para que comenzase debido a los trabajo que hubo que hacer para acondicionar adecuadamente el ruedo.
Manzanares, ataviado con un terno tipo pijama, fue desarmado de salida por su primero, un toro gordo y sin cuello de El Parralejo, rebrincadito luego en la muleta. Tardó en percatarse de que el pitón bueno del toro era el izquierdo y por el mismo encauzó un trasteo deslavazado y sin mucho orden aunque con algunos muletazos de buen trazo. Una estocada hasta las cintas y de efecto fulminante contribuyó a que a sus manos fuera una oreja.
El cuarto tuvo muy justa presencia y poca fuerza, no dejando que Manzanares pudiese armar una faena sino a golpes e intermitente, costándole y tardando mucho acomodarse entre serie y serie y dejando otra vez momentos aislados de gran impacto visual.
Veroniqueó Roca Rey a cámara lenta a su primero, que dejó buena parte de su energía en el caballo, costándole luego muchísimo tomar el engaño y más todavía seguirlo, haciendo inútil el esfuerzo de su matador, al que no va para nada este tipo de toro.
Volvió lucirse con la capa al recibir al quinto y en el quite. Tuvo el de El Parralejo más empuje y eso dejó que se viese al torero aguerrido y entregado que es el peruano. Le costó, sin embargo, acoplarse con su oponente, que no acabó de romper y sólo con su despliegue de alardes y desplantes logró calentar al público. Tumbó al toro patas arriba a la primera y se le concedió una oreja pese a que la gente pidió con fuerza una segunda. Premio justo que, pese a lo que pueda parecer, no desvirtúa lo hecho por Roca, como sí habría sucedido de dar la segunda.
Protestado de salida el tercero, por su pobre apariencia, se arrancó presto a la muleta, comenzando Rufo con siete derechazos de rodillas una faena entusiasta y bien dibujada, con excelentes pases de pecho, pero a la que faltó algo mas de intensidad debido al paulatino declive del toro.
Decidido a triunfar a toda costa se fue a portagayola a recibir al sexto, que se le llevó el capote. Le enganchó a la muleta desde el primer momento, procurando llevarlo de lejos y atrás, sin dejarse tocar las telas y sin enmendarse pese a que tampoco el toro fue de absoluta claridad, cabeceando y mirando. Fue repetidor y pronto pero no humilló hasta que Rufo logró imponerse a base de mando y mano baja, logrando otra oreja pese a que la espada no cayó en buen sitio.