
Basada en una extraordinaria novela de tema taurino con el mismo título, original de Ángel María de Lera, publicada por Áncora y Delfín en 1958 y que fue finalista del Premio Nadal en 1956.
Su autor nació en 1912 en la localidad alcarreña de Baides. Su primera novela, Los olvidados, publicada en 1957, le permitió dedicarse profesionalmente a la literatura y al año siguiente, escribió Los clarines del miedo, a la que siguieron otras como La boda, Trampa, Las últimas banderas, con la que ganó el Premio Planeta en el año 1967, Los fanáticos, Se vende un hombre, Los que perdimos, Oscuro amanecer y Secuestro en Puerta de Hierro. En el desarrollo de la narración un novillero, apodado Filigranas, junto con su banderillero y sobresaliente, el veterano y desengañado Abundio Hernández Aceituno, se preparan para tomar parte en una novillada sin picadores en una plaza de talanqueras, en el día de la fiesta mayor de un pueblo manchego. Antes de que el festejo comience, mientras descansan en la habitación de la fonda, Aceituno confiesa al matador su miedo al porvenir y a lo que puede suceder luego en la plaza, tras su anterior fracaso como novillero.
Todo ello provoca el desasosiego en Filigranas. La asistencia al festejo de un famoso periodista de Madrid aumenta los nervios de ambos, quienes presentan dos actitudes distintas ante la vida. Filigranas, joven y con las ilusiones de triunfo intactas. Y Aceituno, veterano espada quien está corroído por los desengaños y el fracaso.
La narración tiene un final dramático, con la muerte del joven Filigranas tras ser cogido por su novillo y el agridulce triunfo del veterano Aceituno, quien queda encargado de dar muerte al toro que cornea a su matador. Y lo hace con éxito, aunque el fallecimiento de su compañero ensombrece este triunfo.
Este es el argumento de una de las novelas que más magistralmente han descrito el mundo de los toros en lo que son festejos modestos y en plazas de tercer orden, narrando con verdadera garra y realismo los avatares de los maletillas y aprendices de torero.
A lo largo de la novela se describe el transcurso de un día festivo en la España profunda de la posguerra. Se refleja asimismo la crueldad del público, ebrio de vino y fiesta. Se traza también una amplia y rica galería de los personajes del pueblo.
Se trata de una obra narrativamente ágil con toques sociales. También fue autor de otras novelas que trataron de alguna forma el tema taurino, fueron Bochorno, Trampa para morir y Losfanáticos.
De Los clarines del miedo salió una de las producciones más sobresalientes de la casa CIFESA. La película, de una duración de 77 minutos, fue estrenada el día 3 de noviembre de 1958 en el cine Rialto de Madrid. Rodada en blanco y negro y dirigida por Antonio Román, contó con guión de Antonio Vich y música de Manuel Parada. Estuvo interpretada en sus principales papeles por Francisco Rabal como Aceituno, Manuel Luna, Rogelio Madrid como Filigranas, Silvia Solar y Francisco Bernal.
El film constituye un magnífico aguafuerte de lo que es el lado más humilde de los festejos taurinos: el sabor solanesco de estos espectáculos que se celebran en pueblos de tercer orden. Todo un clásico que se rodó en la localidad madrileña de Torrelaguna