Pide una oportunidad” para visitar la Maestranza.
José R. Palomar.
Albert Soler es un rara avis en el periodismo catalán. Independiente (que no independentista), o sea que no está al servicio del poder. Tiene un estilo irónico y mordaz, con un brillante sentido del humor que aplica en sus artículos, publicados habitualmente en el Diari de Girona (su medio de cabecera) y el Periódico de Catalunya, dos veces por semana. Además, el año pasado escribió “Un botifler en la Villa y Corte”, que está escrito en Madrid, y uno de los capítulos se titula “A los toros por San Isidro”. En esta entrevista explica, puede que desde la distancia, un mundo como el de la Fiesta que conoce poco, pero lo suficiente para brindarnos sus opiniones, entre la reflexión y el humor.
– ¿Cuál fue la primera corrida de toros que vio?
A lo mejor no queda muy torero lo que le voy a decir, pero la primera de la que tengo recuerdo fue El Bombero Torero, con sus enanos y todo. No sé si hoy se siguen llamando enanos, eso de la corrección política me confunde. Digamos que era personas extrañamente bajitas. Yo era un niño, me parece que me llevó mi abuelo a la plaza. Durante muchos años creí que el toreo era eso, un grupo de enanos escapando de un morlaco.
– ¿Le interesa el espectáculo taurino (aunque no sea aficionado)?
– Me interesa, pero creo que los toreros son demasiado altos, supongo que es una impresión que me perseguirá toda la vida desde niño. No entiendo un carajo de toros, y eso que me encanta la literatura taurina, tanto en periódicos (críticas taurinas) como en libros. Disfruto sobre todo con toda la liturgia que lo rodea, desde los bares cercanos a las plazas hasta la fraternidad que se vive en los tendidos.
– Usted vive en Gerona, ciudad donde se daban corridas de toros en los años 60, 70 y 80. ¿Cual fue la última? ¿Desaparecieron por la disminución del turismo, por motivos económicos, u otros?. ¿Podría describir ese coso taurino?
– Imagino que en Gerona desparecieron las corridas por una serie de factores. El político en primer lugar, como en toda Cataluña, porque con el auge del nacionalismo se creyó -erróneamente- que era una fiesta demasiado española. Pero además, no creo que en Gerona, ciudad pequeña y conservadora, hubiera suficente afición para mantenerla, subsistía como buenamente podía gracias al turismo. Y claro, los carteles acabaron siendo de poca categoría. Es una pescadilla que se muerde la cola: a menos ingresos peor cartel, y a peor cartel, menos ingresos. Era un coso pequeño, de provincias, que se aprovechaba durante las fiestas para meter ahi también el circo, los espectáculos de revista, etc. Una vez derribado, se construyeron ahí los juzgados, un lugar donde las cornadas las siguen dando los de negro.
– ¿Existen aficionados en Girona, alguna peña?…
– Los hay, aunque pocos. Por lo que sé hay por lo menos una peña.
– Si puede hacer un breve compendio de otras plazas de la provincia, también con plazas de toros en la época del turismo, y la idiosincrasia de cada una?: Sant Felíu de Guíxols, Lloret de Mar, Figueras, Olot…
– Sant Feliu de Guíxols y Lloret eran plazas dedicadas casi por completo al turismo, imagino que los novilleros -pocos toreros las pisaban- iban ahí sabiendo que, además de los honorarios, por poco que se lo propusieran, se llevarían a alguna turista al hotel, donde podrían entrar a matar. Figueras tenía un poco más de prestigio Y no digamos Olot, con una plaza histórica y donde existe verdadera afición a los toros.
– En Figueras nació un torero, ya fallecido: Enrique Patón ¿tiene nociones sobre lo que significó?…
Poca cosa sé de él salvo que destacó en los 70. Para destacar en esa época se tenia que ser un buen torero.
-En Olot hubo un intento de celebrar una corrida de toros o novillada (con motivo de las fiestas en Mayo, o Septiembre), que generó polémica, y no cuajó al final…¿Sabe algo al respecto?
Ocurrió hará unos cinco años. No es que no cuajara, probablemente hubiera habido lleno total en la plaza. Simplememte el ayuntamiento se negó en redondo a ceder el coso. Motivos políticos, por supuesto. ¿Ha sucedido algo en Cataluña en los últimos años por insignificante que parezca, que no tenga detrás moticos políticos?
-En Camprodón, hay una ganadería, que lleva el ex matador de toros Andrés Moreno (si la conoce, o ha estado por esa zona)…
– No sé si ahora la llevan sus hijas o hermanas. Sé que Moreno fue matador y que se retiró en Cataluña. Pobres toros, ahí arriba en el Pirineo, el frío que deben pasar en invierno. Imagino que cuando salen al ruedo corren y embisten como condenados, pero no es que sean especialmente bravos, lo hacen para entrar en calor.
-¿Ha estado en la Monumental de Barcelona? ¿Cree que volverán algún día las corridas de toros, a ese coso? ¿Cuál fue la clave de que se prohibieran en Cataluña, centrado básicamente en Barcelona? (aunque luego se revocara dicha prohibición).
– No he estado jamás en una corrida en la Monumental, los gerundenses solo vamos a Barcelona para ir al médico, al Corte Inglés, a ver el Barça o de putas. Como mucho, me llevaron de pequeñito a ver un espectáculo de esos de circo sobre hielo, creo que era la Monumental, aunque vaya usted a saber.
-¿Vivió las últimas corridas en la Monumental, en el 2011, y especialmente la emotiva última definitiva?
No, no, como he dicho, ya de mayor, cuando voy a Barcelona tengo otros intereses. No todos los que he mencionado, por supuesto: al Corte Inglés ya no voy, porque tenemos uno en Gerona.
-Lo que opina sobre los animalistas, y los políticos nacionalistas antitaurinos (si bien algunos viajan camuflados o en secreto a los festejos taurinos de Francia)
– El animalista más famoso que conozco se llamaba Adolf Hitler, que amaba con locura a sus perros y ni siquiera comía carne. No consta que fuera tampoco a ninguna corrida, en eso era muy consecuente. El animalismo sano es el mío: jamás maltrataría gratuitamente a un animal. Lo de quienes ponen a los animales al mismo nivel que los humanos no es animalismo, es imbecilidad. Respecto a los nacionalistas antitaurinos, pues hacen como todos los políticos: prohíben a los demás lo que ellos disfrutan porque tienen más poder, y no solo adquisitivo. Lo hacen esos yendo a los toros en Francia, pero también quienes promulgaron la ley seca en EEUU bebían como cosacos, los puritanos que en España censuraban el cine erótico iban a verlo a Perpiñán, los que pretender abolir la prostitución son puteros irredomables, las niñas bien, hijas de católicos iban a Londres a abortar porque en España estaba prohibido, y durante la pandemia nos encerraron a todos mientras ellos seguían con su vida loca. Las prohibiciones se han hecho para la plebe, no para quienes las ordenan.
-Usted vio corridas de otros en Nimes, según escribió en un artículo del El Periódico de Catalunya, ¿cómo fue la experiencia?
– Si escribí tal cosa, mentí como un bellaco, porque jamás he asistido a una corrida en Francia.
-¿Qué plaza de toros española le gustaría visitar? (y si ha estado en alguna, fuera de Cataluña)
– Estuve en La Ventas, en un San Isidro de hace tres años. Fue maravilloso. Además, me busqué una entrada de andanada, porque era la más barata, y allí concía los verdaderos aficionados, que me acogieron como a un hijo: además de darme de comer y beber, me iban explicando todo lo que sucedía en la plaza. Aprovecho para saludar a la gente de la andanada del tendido 10 de Las Ventas, a ver si vuelvo por ahí. Ahí vi que los toros son como la ópera: están los que van a hacerse ver, que se sientan en las localidades caras, y después están los entendidos de verdad, que van a disfrutar del espectáculo, y esos van al gallinero. Me gustaría vivir el ambiente precorrida, corrida y postcorrida de La Maestranza. A ver si tengo la oportunidad. ¿Usted cree que leyendo esto, igual me invitan?
– Los políticos independentistas que a veces critica: Puigdemont, Artur Mas, etc, ¿qué cree que opinan de los toros? (o les suena a chino)…Recuerde que Jordi Pujol (o Maragall) le concedió y entregó a Joaquín Bernadó la Llave de Oro de la Ciudad de Barcelona…
– ¿Cómo que «a veces»? Siempre. Pero no porque les tenga ojeriza, es que no tengo otro remedio: son gilipollas. De los toros opinan lo que cualquier nacionalista: lo nuestro es bueno y lo de los demás es malo. Y como consideran que los toros son una fiesta española, son malos. Si lo considerasen una fiesta catalana, serían fantásticos. En eso no tiene nada que ver el animalismo ni nada. Deberían aplicarse lo que dijo Julio Camba: los toros son una cuestión veterinaria. Que dejen de dar la tabarra
-El ingrediente principal de su periodismo ¿es la ironía y el humor?
– Me gustaría comentar la actualidad política seriamente, de hecho admiro a quienes lo hacen. Me es imposible. Tenemos una pandilla de políticos que mueven a risa, qué más quisiera yo que tomármelos en serio. Además, he descubierto que el sarcasmo les duele mucho más que la crítica seria, o sea que me abono a ello.
-¿Prefiere el reporterismo, o escribir artículos de opinión?
– Me gustan las dos cosas y disfruto con ambas. A mi me habría gustado ser reportero de guerra, para poder emborracharme en el bar del hotel y escribir sobre lo que veo en la TV local, que es lo que hace la mayoría de reporteros. Y para vestir chaleco con muchos bolsillos, eso es lo que más me gustaría. Lo que ocurre es que solamente hablo castellano y catalán, así que me tengo que conformar con emborracharme en los bares de por aquí, y encima no puedo pasar la cuenta al periódico. Por eso es importante saber idiomas, para beber de gorra y en sitios de postín
– Esos artículos salen publicados en El Periódico (no sé si siguen en ese medio, y con qué perioricidad), y Diari de Girona (¿diarios o semanales?)
– Publico en ambos medios, un par de artículos a la semana. Y un par de veces al mes, también en El Periódico de España, que es digital. En países serios, como Noruega o Alemania, supondría un rama, tener tantos temas sobre los que escribir. Vivir en España, y además en Cataluña, es un chollo. Si quisiera, podría escribir cinco artículos diarios, solo con las burradas de nuestros políticos, da igual del color que sean.
-Lo que más satisfecho le ha dejado en su trayectoria profesional.
– Las amenazas e insultos que recibo en las redes sociales, sin duda. Para un periodista, eso son certificados de calidad.
-La crisis del periodismo escrito ¿tiene unas especiales singularidades en Cataluña, distintas al resto de España?
– El periodismo escrito padece los mismos problemas en todas partes, imagino yo. El periodismo en general sí que tiene en Cataluña una singularidad: la mayor parte del mismo, público o privado, se alineó acríticamente con el procés, lo cual es el antiperiodismo. Un periodista, ante la moto que nos querían vender, debe dudar y preguntar, eso como mínimo. En lugar de eso, la mayor parte de la prensa se convirtió en altavoz del poder, es decir, del nacionalismo. Una vergüenza para la profesión, que suposo una caída en la credibilidad de la que costará recuperarse.
– La subvención de los dos periódicos principales en Cataluña (por su mayor difusión) condiciona mucho la línea editorial y periodística de ambos medios?
– La verdad es que no tengo ni puñetera idea, jamás me ha preocupado de dónde sacan el dinero los medios de comunicación, mientras yo cobre puntualmente y me permitan escribir en libertad. Las dos cosas, con una sola no me vale. Del dinero y las líneas editoriales que se preocupen los dueños y los directores de los periódicos, que para eso cobran más que yo.
-¿Cómo definiría el libro “Un botifler en la villa y corte”? ¿Le consideran botifler en Cataluña?
– Eso espero, porque botifler es lo más digno que se puede ser en Cataluña, si por ello entendemos al que no se dejó engañar por los independentistas, y encima los criticó y se rió de ellos. Para ser botifler son necesarias dos cosas: ser catalán de pura cepa y ciscarse en los lacistas. No es fácil unir las dos características, no, por eso es un orgullo ser considerado botifler. El libro, ya que lo pregunta, son mis impresines sobre la política catalana, però también sobre la española, de hecho lo escribí en Madrid, de ahí el título
-¿Ha tenido problemas en su ciudad, cuando va por la calle (algún incidente)?
– Nimios. Recuerdo una vez que un tipo, un empresario afín al independentismo por cuestiones meramente económicas, me gritó «desgraciado» en la calle. Yo le respondí que él lo era más y ahi terminó la historia. Bueno, no del todo, después escribió en las redes sociales que le gustaría encontrarme a solas en un ascensor. Le respondí que estoy casado y que probara con otro. Ahí terminó todo. Bah, en general la gente es educada, y la que no lo es, es cobarde y solo se atreve a decirme algo desde las redes sociales y anónimamente. Cosa que me encanta, como le he dicho.
-¿Podría hacer una radiografía de la trayectoria “periodística” de Puigdemont, antes de pasar a la política? ¿Con el cómo fue su relación?
– Un tipo gris, sin más. O sea, lo que sigue siendo. Un calzonazos, además, que permitía que su novia de entonces -corresponsal de otro periódico- rondara por la redacción para fusilarnos sin rubor las noticias. Ya ve usted, lo que hay que hacer para mojar el churro cuando además de feo eres idiota. Un tipo que se erige como el gran defensor de la libertad de expresión -recuerde cómo acogió a Valtonyc en la Casa de la Republiqueta- y al mismo tiempo me pone una demanda civil por un artículo que no le gusto. Esa es su libertad de expresión. La demanda sigue todavía su curso, en Bélgica, y me reclama un euro por atentar contra su honor. El pobre hombre valora su honor en un euro. Yo creo que exagera, pero es comprensible, todo el mundo tiene de si mismo una opinión mejor que la real.