El diestro de Trigueros fue recibido como invitado de honor en un coloquio que se convirtió en un viaje íntimo por los senderos de su vida y de su arte.
David de Miranda fue el protagonista ayer del coloquio organizado por el centenario Club Cocherito de Bilbao, en un encuentro moderado por nuestro compañero Aitor Vian.
El torero onubense, sereno y cercano, evocó sus comienzos en la soledad de su tierra, Huelva, donde, sin el amparo de una escuela taurina, aprendió a escuchar el silencio de los campos y a templar su vocación a fuerza de instinto y voluntad. En aquella orfandad nacieron los primeros compases de un toreo que, con el tiempo, se revelaría como auténtico, personal y profundamente sentido. “La pureza se busca, pero también se sufre”, confesó ante un público que escuchaba con el recogimiento de quien asiste a una lección de vida.
El diálogo fue un recorrido emocionado por los hitos de una trayectoria forjada en la verdad del ruedo. Se recordó su paso por la etapa de novillero con picadores, cuando compartía carteles con una generación de jóvenes que marcarían una época.







