Algunos toreros vivieron como espías, y otros como explica Diego Puertra sintieron que sus dias estaban contados.
He aqui el escalofriante relato del maestro sevillano.
“Ocurrió en Alburquerque. Tendría catorce años y había una novillada, que era una corrida de toros, por lo que la cuadrilla se negó a torear. Nos detuvieron y fuimos a la cárcel, que era una casa antigua.Yo era un chaval y lo pasé muy mal. Todos los días oía al pregonero y parecía que estábamos condenados a muerte: De parte del señor alcalde, la recogida de cebollas será el día 23 y las patatas más tarde y los toreros siguen en la cárcel.
Después cuando volví como figura del toreo, nos reíamos mucho, pero lo cierto es pase unos dias como un condenado a muerte”.