Domiingo, 7 de septiembre de 2025. Plaza de toros de Villena. Media entrada en tarde calurosa. Toros de Julio de la Puerta, bien presentados, variados de pelaje y de juego en general muy manejable. Sebastián Castella (corinto y oro), aplausos tras aviso y oreja tras aviso. Borja Jiménez, (corinto y azabache), silencio tras aviso y oreja. Tristán Barroso (rosa y oro), silencio y dos orejas. Entre las cuadrillas lidió con templanza al primero José Chacón. Presidió José Antonio Fernandez de la Dueña.
Enrique Amat, Villena
Villena acogió una corrida de toros con motivo de sus fiestas de Moros y Cristianos. Una plaza que es un excelente recinto, que por desgracia tuvo que estar muchos años cerrado por mor de los temas administrativos del ayuntamiento. Hay que agradecer a Vicente Barrera, quien el año pasado luchó para, con sobrados argumentos jurídicos y jurisprudenciales, poder abrir de nuevo la plaza de toros.
El festejo estuvo organizado por Carlos Zuñiga, quien con un plausible esfuerzo por reverdecer laureles en esta plaza, ofreció una corrida de toros, que tenía sobrados ingredientes de interés para el aficionado.
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Los toros de Julio de la Puerta, en general bien presentados, sobrados de plaza y variados de pelaje, contribuyeron al espectáculo. Más cabeza que cuerpo tuvo el que abrió plaza, al que se midió el castigo en varas, y luego embistió en la muleta obediente, repetidor y humillando con fijeza. Castaño lombardo y chorreado el segundo, que se durmió en el peto. Fue y vino con fijeza y obediencia. Le faltó algo de entrega y humillar un poco más. Pero sirvió para el torero.
Con muchos pies salió el castaño tercero del chiquero. Rematado, bonito y bien presentado, en varas apenas le pegaron para un análisis. Aun así, llegó al tercio final apagado, parado, sin recorrido y defendiéndose.
Bonito el colorado, lombardo, bociblanco y ojo de perdiz cuarto, al que también se le simuló el castigo en los montados. Tuvo tranco en banderillas, aunque se dolió. Luego, en el tercio final, exhibió alegría, prontitud, fijeza, transmisión y humilló mucho. No vio más que muleta y fue un toro importante. Espontáneo, marcado con el número 88.
El negro quinto, más terciado y vareado, apenas fue castigado en el caballo. Luego siempre siguió a los engaños, aunque pidió una distancia que su matador no le dió. Dió la impresión de que mereció más. Y más descarado y ofensivo por delante el negro cierra plaza. No muy bien picado, tuvo ritmo y transmisión en la muleta, aunque exigió en todo momento.
Sebastián Castella, quién protagonizó en su momento el festejo de reapertura de esta plaza, firmó una torera apertura de faena al primero, al abrigo de las tablas. Luego, fuera de la rayas, lo toreó con limpieza y templanza, en un trabajo cumplidor, aunque algo desapasionado. Mató de un pinchazo y una estocada trasera.
Y firmó una torera apertura de faena a pies juntos con el cuarto, al que luego muleteó fuera de la rayas con vibración. Faena lucida y comunicativa, aprovechando las excelentes condiciones de su oponente. Mató de un pinchazo, media estocada y tres golpes de descabello.
Borja Jiménez, lució en su saludo capoteril al segundo. En el tercio final lo supo entender, toreando a media altura, aprovechando las inercias y dando al toro la lidia que exigía. Sin obligarle y ayudándole mucho a romper para adelante. Trasteo cumplidor y suficiente, que estuvo, eso sí, muy mal rematado con los aceros.
Lanceó ganando terreno al quinto.Trasteo, afanoso y entregado con la muleta, si bien pecó de atosigar un tanto al animal, encimista y destemplado. Faena de más vibración y forma que de contenido. Y luego no lo mató.
Tristán Barroso lanceó con empaque y ganando terreno a su primero. Brindó su muerte a Sebastián Castella, y plantó cara ya de salida en el platillo de la plaza. Luego tuvo que acortar los terrenos y ponerse cerca de los pitones ante un astado que no le dió opciones. Mató de una media lagartijera y dos golpes de descabello.
Y tuvo la virtud de dejarle siempre la muleta puesta y por delante al sexto, al que enganchó y lo llevó largo por los dos pitones, a pesar de que el toro no regalaba sus embestidas. Aprovechó las buenas condiciones de su antagonista para firmar un trabajo entregado y que llegó mucho a los tendidos. Abrochó su labor como unas ajustadas manoletinas. Mató de una gran estocada y consiguió un triunfo de ley.







