Hace ya un cuarto de siglo, el 28 de julio de 1993, la plaza de toros de Valencia era escenario de un hecho histórico: Dámaso González indultaba al toro “Gitanito”, de Torrestrella. Era el primer indulto que se concedía en una plaza de primera desde la entrada de vigor del nuevo reglamento.
De pelo negro, poco bragado y marcado con el número 73, fue padreado por “Perdigón” y “Gitanita”. Dio 485 kilos en la báscula y su excepcional bravura dio pie a que Dámaso compusiese un trasteo no menos excepcional que dejó ver sus virtudes y cualidades hasta conseguir que s ele perdonase la vida.
Según declaró posteriormente Álvaro Domecq Romero, “el toro murió en la plaza. Llegó muy mal al campo porque se dejó la vida en la plaza. Y para nosotros fue una grandísima lástima. Pero éramos sabedores de ello porque que en estos casos, cuando hay tanta entrega, ocurre en la mayoría de los casos ese desenlace que nadie quiere”.







