Isaac Fonseca salió a hombros con una gran novillada de Conde de Mayalde.
Valencia, 7 de mayo.
Alrededor de media entrada.
Novillos de Conde de Mayalde, de excelente presencia y juego.
Manuel Diosleguarde (de botella y oro), oreja y ovación con aviso.
Miguelito (de blanco y azabache), palmas y oreja.
Isaac Fonseca (de grana y oro), oreja con dos vueltas al ruedo y dos orejas.
De las cuadrillas destacaron Iván García, Sergio Pérez y Rubén García.
Paco Delgado
Foto: Mateo
Una novillada picada fue el plato fuerte para festejar el Día de la Virgen el día que se conmemoró el centenario de Granero, en cuyo honor se celebraron distintos actos antes de comenzar el festejo y se guardó un minuto de silencio al romperse el paseíllo. Sin embargo, al finalizar la función, el coso de Monleón bullía con el incontestable triunfo de un novillero mejicano, Isaac Fonseca, que fue el único de la terna actuante que supo aprovechar el magnífico juego dado por el encierro de Conde de Mayalde.
No se anduvo con rodeos Fonseca ante el tercero, algo incierto de salida pero en la muleta noble y bravo, firmando una faena justa y medida en la que entremezcló espectacularidad con toreo fundamental, sin un muletazo de más pero tampoco de menos, resultando prendido al matar de una estoconazo fulminante en el que resultó enganchado de manera dramática peor, afortunadamente, sin más consecuencias que la paliza.
E igual de efectivo con la espada se mostró con el sobrero que cerró plaza, un animal asímismo alegre y pronto con el que estuvo alegre y vivo, dejando ver distintos registros y cabeza clara en todo momento, sin alargar en exceso e innecesariamente sus faenas, lo que también es de agradecer.
Tuvo presencia y cuajo el primer novillo. Y emoción. Pidió entrega y disposición y Manuel Diosleguarde puso oficio y maneras, toreando con temple y empaque pero con cierta rapidez y demasiados tiempos muertos, sin acabar de apurar a su oponente, llevándose una oreja en parte por su contundencia estoqueadora.
Aunque rebrincado y de menos duración, el cuarto también fue franco y repetidor, de embestida humillada y clara. El salmantino anduvo más asentado pero su labor se fue difuminando en el tramo final, sin que ayudase la tardanza en doblar del novillo.
Se lució Miguelito en los lances de recibo y el quite a su primero, otro novillo de excelente son, con recorrido y fijeza con el que compuso un trasteo intermitente, con fases de toreo relajado y parsimonioso y momentos de más embarullamiento, perdiendo toda opción de premio al fallar con el verduguillo.
Quedó desairado al recibir a portagayola al quinto, otro ejemplar de juego más que notable con el que no terminó de aclararse, pudiendo más las ganas que la eficacia lidiadora, llevándose una oreja por la estocada de efectos fulminantes con que remató su quehacer.