Viernes día 13 de junio. Plaza de toros de Talayuelas. Más de media entrada en tarde entoldada. Novillos de Yerbabuena, bien presentados y de buen juego. Al segundo se le dió la vuelta al ruedo. Alejandro Cerverón (azul y blanco), vuelta tras aviso y oreja tras dos avisos. Israel Guirao (barquillo y oro), dos orejas y oreja tras aviso. Como sobresaliente hizo el paseíllo Héctor González.(verde oliva y azabache) quien firmó un quite voluntarioso. Entre las cuadrillas saludó tras banderillear al segundo Mateo Ferris y estuvo acertado con la puntilla Sergio Diaz. Presidió la alcaldesa de la localidad Emma Cano.
Enrique Amat, Talayuelas
Con motivo de las fiestas de San Antonio de la localidad, se celebró una novillada sin picadores en la plaza conquense de Talayuelas. Un sugestivo coso de piedra con gran sabor, que acogió a un gran número de aficionados y sobre todo, lugareños con gran entusiasmo y ganas de pasar una buena tarde de toros. No faltó ese gran aficionado que es el sacerdote Carlos Arribas, párroco de la localidad. Amenizó el festejo la banda de música de Talayuelas.
Se lidiaron novillos de Yerbabuena, bien presentados y de buen juego. Con suficiente cuajo el playero primero, que tuvo cierta tendencia a distraerse. Con todo, llegó al tercio final noble, obediente y repetidor. El también bien presentado segundo solo veía muleta. Codicioso y repetidor, con cuajo y plaza y mucho poder el tercero, repetidor y enrazado. Y el serio cuarto salió pensándoselo y tuvo muchísimo motor. Embistió a oleadas en banderillas, volteando en dos ocasiones al subalterno Luis Cifuentes. Se lo pensó, le costó y siempre pidió el carnet de profesional a su matador.
Alejandro Cerverón es un torero natural de la localidad valenciana de Casinos. Fue cogido a saludar con una larga cambiada a su primero, al que luego lanceó con vibración. Banderilleó con espectacularidad, incluido un par citando sentado en una silla. y muleteó con entusiasmo, voluntad y sentido de la ligazón, en un trabajo variado y abundante. Fue volteado las dos primeras veces que entró a matar. Y luego lo despenó de una estocada trasera y baja. Tuvo la virtud de seguir dando la cara a pesar de las tres volteretas que sufrió.
Al cuarto lo pareó con acierto, luciendo en un par de dentro afuera y en otro al quiebro. Y plantó cara a su antagonista con plausible actitud y disposición sincera. Falló con las armas toricidas.
El alumno de la escuela de tauromaquia de Valencia Israel Guirao se mostró como un torero en progresión. Enterado y con oficio, firmó una faena de ligazón y sentido de la colocación. Mató de un pinchazo, una estocada y un golpe de descabello.
Y tuvo que afrontar una dura prueba frente a su segundo, un novillo enrazado, exigente y con muchas teclas, frente al que toreó firme, muy asentado, lúcido y siempre dispuesto y profesional.