La Feria de Julio tiene cosas buenas, pero no menos buenas sino diferentes. La de Julio nada tiene que ver con la de Fallas, porque el tiempo es otro y los ánimos también.
Vicente Sobrino
En la primera de este Julio caliente (por el calor) hubo un conato de lluvia. Se quedó en eso, conato, aunque las gentes muy asustadizas abandonaron el graderío para buscar el refugio de las nayas como si de repente fuera a caer la de diluvio universal. Uno, que conoce algo de nuestro tiempo por aquello de haberlo aprendido de los viejos marinos, intentó tranquilizar al personal: solo es una nube (pequeña) de verano. Cuatro gotas (una menos en Canarias) y más calor si cabe; más humedad, desde luego. Así fue. Falsa alarma o, mejor dicho, ni siquiera alarma a pesar del intento de desbandada.
Se sabe que en la Feria de Julio el descanso para la merienda es cosa sagrada, tradicional. Pero en esta primera, el descanso fue mínimo, apenas diez minutos, aunque los que tienen por costumbre traer la merendola a la plaza no perdonan cumplir con la tradición. Ayer, nuestros vecinos de localidad nos ofrecieron “susús”, por un lado, y galletas de chocolate, por otro. Lo de los “susús”, inenarrable. Cuestión casera de un pastelero de categoría especial que se llama Juan Jurado. Una bandeja de “susús” recien hechos, sabrosos, con el relleno justo (ni mucho ni poco, el que toca), melosos: el paladar nunca mejor dicho fue el cielo de la boca. El cielo en el paladar. Los “susús” de Juanito dieron más y mejor juego que los pupilos de La Cercada, a los que les faltó el sabor cálido y sabroso de los susodichos dulces.
Por otro lado están las galletas de chocolate de Javier, que tampoco faltan a la cita. Ayer se disculpaba porque el chocolate se había derretido por el calor. No cabe tal justificación. Se agradece siempre el chocolate que, además, no compiten con los “susús”: hay gustos que se comparten, como es el caso.
Y una última cosita. En la misma puerta de acceso al palco de prensa (no hay otra opción para entrar) colocaron ayer una cámara de televisión que impedía el paso o, para poder entrar, había que hacer no encaje de bolillos, sino encaje de pies, piernas y caderas: contorsionismo al más alto nivel. Se espera que alguien se haya dado cuenta y busque mejor ubicación a la cámara. ¿Volverán los “susús” a la segunda de Feria? Lo cuento mañana; prometido.