Ernest Urtasun, ministro de Cultura ha decidido borrar de las celebraciones del centenario de la Generación del 27 al torero Ignacio Sánchez Mejías, figura clave en la formación de ese grupo, tanto en el plano de la inspiración como en el de la financiación. Una nueva muestra del sectarismo de este ministro.

Una abominable, sectaria y mezquina decisión, ya que un espada que tuvo una personalidad excepcional y dotado de un carácter polifacético, por las múltiples ocupaciones que desempeñó al margen de los ruedos.
Ignacio Sánchez Mejías nació el 6 de junio de 1891, en la calle de la Palma de Sevilla. Hijo de un médico acomodado, debutó en público como banderillero en la plaza mejicana de Morelia en 1910. De esta guisa actuó en la cuadrilla de Corchaíto, y luego lo hizo ya en España en las de Belmonte y Rafael El Gallo. A partir de 1914 ingresó en las filas de Joselito, con quien emparentó en 1915 al casarse con su hermana Lola. Ignacio alternó sus actuaciones como banderillero con las de novillero y en este escalafon debutó en Madrid el 13 de septiembre de 1913, alternando con Luis Suárez Magritas y Larita en la lidia de reses de Fernando Villalón.
El 16 de marzo de 1919 tomó la alternativa en Barcelona, de manos de Joselito y con Belmonte de testigo ante reses de Vicente Martínez. Confirmó este doctorado en Madrid en la corrida de Beneficencia del año siguiente con idéntico cartel de toros y toreros. Durante muchos años estuvo en cabeza del escalafón, alternando en todos los carteles importantes. Torero arrestoso, de personalidad y mucho valor, dejó de torear en 1923, si bien volvió al año siguiente enfrentándose a los empresarios a cuenta de los honorarios de los toreros.
En 1927 anunció su retirada de los ruedos. Fue el día 3 de julio en Pontevedra. Aquella tarde se vistió como banderillero de su cuadrilla el poeta Rafael Alberti, quien lució un terno salmón con bordados en azabache. Con todo, en la temporada 1934 volvió a actuar, y reapareció el 15 de julio en Cádiz, alternando frente a toros de Domecq con Niño de la Palma y Pepe Gallardo. Seis corridas más toreó hasta el 11 de agosto, fecha en la que actuó en Manzanares con Armillita, Corrochano y el rejoneador Simâo da Veiga ante toros de Ayala. Resultó gravemente cogido, falleciendo en Madrid el día 13.
Su intervención en aquella corrida vino precedida de una amplia concatenación de circunstancias, que le condujeron a un destino que, seguramente, quizá él mismo buscaba. Al menos así quedó reflejado en la obra de teatro de Miguel Hernández titulada “El torero más valiente”.
Ignacio cultivó una gran cantidad de facetas, al margen de su profesión en los ruedos. Una de ellas, la de cronista taurino, ya que en el año 1927 se convirtió en crítico de sus propias faenas en el periódico La Unión, en lo que acabó suponiendo para él una guerra de nervios y de imagen frente a los taurinos y sus propios compañeros de profesión.
Ese mismo año fue capaz de costear el viaje a Sevilla y reunir a un grupo de jóvenes poetas que querían rendir homenaje a Góngora en su tricentenario. De aquella iniciativa, organizada por José María Romero Martínez y que tuvo por marco el Ateneo de Sevilla en el mes de diciembre de 1927, nació la famosa Generación del 27, de la que formaron parte, entre otros, Federico García Lorca, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Miguel Hernández, Pedro Salinas y Jorge Guillén. Y muchos de ellos, con los que mantuvo una estrecha relación, le dedicaron sentidas composiciones y se inspiraron en su figura.
De otro lado, Ignacio escribió varias obras de teatro. Una de ellas, ” Sinrarzón“, un drama de corte psicoanalítico, que estrenó la actriz María Guerrero con gran éxito de crítica y que se tradujo a varios idiomas. Por su parte, “Zaya” fue una comedia de temática taurina, algo metafísica y en muchas de sus escenas autobiográfica. Asimismo cabe reseñar ” Ni más ni menos”, una farsa poética, la obra ” Soledad ” y el libreto de “Las calles de Cádiz“, en lo que fue un musical para la bailarina Encarnación López La Argentinita, con quien mantuvo una intensa relación.
Mejías fue también presidente del Real Betis Balompié durante una etapa y fue capaz de dar una conferencia sobre tauromaquia en la Universidad de Columbia en Nueva Cork. Jugador de polo, promotor fallido de un aeropuerto en Sevilla y presidente de la Cruz Roja fueron otras de sus múltiples actividades y mecenazgos.
Su personalidad quedó magníficamente retratada en los versos de Federico García Lorca: “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura…”.
Mucho torero y mucho personaje para tan poco ministro.







