Hasta en los paseíllos hay que tener los nervios templados.
Ocurrió en una novillada en Vitoria el 5 de julio de 1953 en la que toreaba Bartolomé JIménez Torres, que lo relata así:
“Haciendo el paseíllo. El cartel lo componíamos Paco Corpas, Enrique Orive y yo. Jamás he oído a un compañero nada semejante.
El novillo de la ganadería de Ignacio Sánchez y Sánchez, hizo honor a su nombre se llamaba “Fechorias”.
El animal estaba preparado para salir a la plaza. Y como quiera que el cerrojo del toril no estaba bien corrido, el animal dio un fuerte empujón y salió al ruedo por su cuenta.
Fue un paseíllo espectacular. Cada uno corría por un lado. El astado hizo por el mozo encargado de pedir la llave a la presidencia sin resultado alguno. Benito Martín “Rubichi”, un banderillero ya entrado en años, me dijo antes de entrar a bregar: Bartolomé, esto de los toros es increíble. Lo único que hacíamos tranquilos era el paseo y ahora ni eso…”.