De cómo un presidente recordó a los toreros cómo muere un toro.
El sucedido lo contó Pablo Lozano.
“Fue en Palencia, en cuya plaza salió una novillada muy dura de Pérez de la Concha. Toreábamos Alipio Pérez Tabernero, Manolo Vázquez y yo. Matamos la novillada como pudimos, porque ya digo que eran muy difíciles.
Después de varios pinchazos, y los banderilleros dándoles vueltas, ejerciendo de enterradores, el presidente del festejo nos llamó para que subierámos al palco y nos dijo:
– Señores, los toros deben morir de muerte natural y no por mareo.
No le faltaba razón al usía de turno. Pero la novillada era ilidiable”.