El estoque les privó de un premio más que merecido.
Las Ventas, 17 de mayo.
Séptimo festejo de la Feria de San Isidro.
Lleno.
Toros de La Quinta.
Miguel Ángel Perera, ovación y vuelta al ruedo.
Emilio de Justo, ovación y vuelta al ruedo.
Ginés Marín, silencio y silencio.
Miguel Ángel Herráiz
Foto: Plaza 1
Una emocionante corrida en la que Emilio de Justo lo dio todo, poniéndose en el sitio frente a un peligroso ejemplar que le encunó, lanzándole a las alturas y estrellándose al caer de mala forma con el consiguiente sobrecogimiento del público, que se tranquilizó cuando el torero se repuso y volvió a ponerse delante, como si nada hubiera ocurrido. Miguel Ángel Perera estuvo a gran nivel frente a un exigente astado que requirió valor y mando, encontrándolo en un torero que supo someterle y aguantar el peligroso embroque con solvencia, oficio, valor y depurada técnica. Ginés Marín pechó con el peor lote, mostró firmeza, ganas y trazó enjundiosos muletazos sueltos. Los toros cinqueños de La Quinta presentaron diversidad de hechuras, seriedad y variado comportamiento dando emoción a una interesante velada taurina.
A portagayola de rodillas recibió con una larga cambiada Miguel Ángel Perera a su primero. Brindó al público. Semigenuflexo inició de muleta por ambos pitones llevándolo largo y por abajo para dejarlo en el tercio. Metió bien la cara y humilló en un par de series con fijeza, haciendo el avión, con transmisión y largos remates de pecho. En la segunda tanda tomó dos y empezó a querer irse. Le cambió los terrenos llevándolo a la zona de toriles y a continuación, poniéndosela en la cara, consiguió meterlo y mantenerlo poderosamente en la muleta. Finalizó por naturales junto a tablas bajó la mano y fue aplaudido por el público. Suelto salió en el capote su segundo. En la primera serie por la derecha pasó con alegría y a la siguiente en el segundo muletazo se coló arrollando al torero afortunadamente sin males mayores. Hizo el esfuerzo Miguel Ángel frente a este incierto toro, que achuchó en la siguiente serie, y al cambiar al pitón izquierdo solo los recibió de a uno, rebañando pero sin herir por la habilidad del matador. Tardeó, buscó, soltó la cara, se volvió a colar y a base de tragar sustrajo algunos muletazos.
Emilio de Justo saludó con sentidas e inspiradas verónicas a su primero rematando con una excelente media. En su quite por ceñidas chicuelinas de mano baja y envolvente media conectó con el público. “El Algabeño” saludó en banderillas. Anodino y sin transmisión embistió en la muleta y a base de dejarle llegar mucho fue subiendo el tono. Con firmeza y ayudándose con la voz consiguió ligar y dominarlo. Una larga cambiada de rodillas junto a tablas fue el saludo a su segundo que salió suelto. La lenta brega en la corta distancia dejándole en los medios fue del agrado del respetable. Germán González fue aplaudido en varas. Morenito de Arlés saludó en banderillas. Brindó al público. En segunda serie ligó cuatro tragando, tardeó luego dio tres y en el de pechó rebañó peligrosamente. En la siguiente tanda al tercer muletazo levantó a Emilio cebándose con él sin mayores consecuencias. Las tres series por el izquierdo con entrega total y valor máximo fueron de poder a poder y de emoción desbordada. El suave, cercano y poderoso muleteo de pitón a pitón hasta dejarlo colocado en el centro del albero se recordará con pasión. Mató de estocada arriba con la mala fortuna de levantarse del suelo al ser cacheteado. Tardó en caer después de un desacertado uso del verduguillo. Lástima, la salida por la Puerta Grande estuvo cerca frente a este encastado, buscón, rebañador y peligroso toro.
Ginés Marín recibió a su primero a portagayola. Fue colaborador y anodino en la muleta, sin transmisión, simplemente pasaba. Su segundo se quedó parado en el capote. Complicado resultó en la muleta aunque dio naturales sueltos de calidad.