Sábado, 18 de mayo de 2024. Plaza de toros de Venta del Moro. Lleno en tarde agradable. Erales de Javier Gallego, bien presentados, variados de pelaje, y de buen juego en general. Al quinto se le premió con la vuelta al ruedo. Juan Alberto Torrijos, de la escuela de Valencia, saludos. Esteban Gordillo, de la escuela de Toledo, oreja. Rodrigo Cobo, de la escuela de Colmenar Viejo, silencio. Pedro Rufo, de la Escuela de Toledo, oreja. Hugo Masiá, de la escuela de Valencia, dos orejas. Presidió el alcalde de la ciudad Luisfran López Yeves, asesorado por el aficionado de Utiel Miguel Diaz y Antonio Hernández.
Enrique Amat, Venta del Moro
La nueva plaza de toros de Venta del Moro fue escenario de una clase práctica para los alumnos de las escuelas de tauromaquia. Es una alegría y todo un lujo que Valencia cuente con una nueva plaza de toros de mampostería. La verdad es que los aficionados disfrutaron del festejo, celebrado en esta plaza que se volvió a inaugurar el 15 de octubre de 2023. Quienes acudieron tuvieron la suerte de visitar un pueblo con un entorno magnífico, buena gastronomía y por la tarde, con un clima excepcional, presenciar un festejo taurino y además de modo gratuito. Y con una excelente organización, con el apoyo del ayuntamiento y la colaboración de la Asociación Cultural Taurina La Loretana. No faltó un ejemplar de El Redondel con una completa información del festejo.
Los erales de Javier Gallego ofrecieron una presentación muy en el tipo de su encaste veragüeño. Cuatro de ellos con el clásico pelaje jabonero.
Noble y repetidor el primero, Campero, que no dejó de perseguir los engaños. Con todo, tuvo poco gas y tendió a quedarse corto. El negro segundo, Protegido, berreón, fue y vino, noble y repetidor. Le faltaron las fuerzas y no estuvo sobrado de raza. Pero para el torero sirvió. El jabonero tercero, Delegado se desplazó con buen son aunque escaso de raza. Soltó la cara, pero por lo menos embistió, codicioso y poniendo en dificultades a su matador. El jabonero cuarto, Lechuzo fue noble, aunque claudicante, quiso más que pudo y se defendió por su falta de fuerzas. Con todo, fue tan codicioso como repetidor. Y el también jabonero que cerró festejo, “Apoderado” de nombre, encastado, repetidor y enraizado, dio un excelente juego. Algo desentendido al final de los embroques, con todo mereció una alta nota.
Juan Alberto Torrijos, de la escuela de Valencia, compartíó el tercio de banderillas con su compañero Hugo Masià y con el profesor de la escuela José Manuel Montoliu. Brindó la muerte de su oponente al alcalde de la localidad Luisfran López Yeves por su apoyo a la fiesta. Anduvo compuesto y suficiente en el primero, en un trabajo de torero puesto y sobrado de oficio. Lo despenó de un pinchazo hondo, media buena y un golpe de descabello. Está preparado para mayores empresas.
Esteban Gordillo, de la escuela de Toledo, exhibió compostura y buen aire en una labor cumplidora, aunque su novillo tuvo escaso fondo. Firmó una faena de larguísimo metraje, aunque no estuvo sobrada de mensaje. Falló con las armas toricidas
Rodrigo Cobo, de la escuela de Colmenar Viejo, toreó despegado y dió muchos muletazos, aunque no estuvo sobrado de fondo en su labor, en la que no acabó de someter a su oponente.
Pedro Rufo, de la Escuela de Toledo frente al jabonero cuarto , noble aunque claudicante y que quiso más que pudo y se defendió por su falta de fuerzas, se mostró como un torero placeado y con recursos . Plantó cara a su oponente, al que tuvo la virtud de embarcar y templar en una labor que fue a más. Suelto y puesto y sobrado de oficio, causó una buena impresión.
Hugo Masiá, de la escuela de Valencia, mataba su primer novillo. Es un extraordinario banderillero, aunque en esta ocasión no terminó de demostrar sus prometedoras condiciones en este tercio. Sin embargo con la muleta, al son del pasodoble, “Puerta grande”, ligo y templó en una faena esperanzadora y reveladora de las prometedoras condiciones que atesora. Una actuación en la que se abrió un amplio crédito. Mató de dos pinchazos y una estocada trasera.
Foto: Mateo