Bendito dolor, Ureña. Artículo de Carlos Bueno
Paco Ureña se levantó despacito, posiblemente con dificultad, y la emoción volvió a inundarlo todo, antes en la plaza de toros y ahora en el salón donde se le entregaba el merecido premio a una tarde memorable que dignificó el toreo. Los ojos apenas conseguían contener las lágrimas y las palmas de las manos dolían…