Dos toros fueron premiados con la vuelta al ruedo y El Cid se llevó la única oreja de la tarde.
Albacete, 16 de septiembre
Novena de abono. Tres cuartos de entrada.
Toros de La Quinta, muy bien presentados y de comportamiento dispar. Cuarto y sexto fueron premiados con la vuelta al ruedo
El Cid (de purísima y oro), oreja y vuelta al ruedo tras aviso.
Daniel Luque (de blanco y plata), silencio y silencio.
Emilio de Justo (de lila y oro), ovación tras aviso en los dos.
De las cuadrillas destacaron Iván García y Jesús Arruga.
Paco Delgado
Fotos: Alberto Núñez Aroca
Para el último tramo de la feria se cambió de palo. Ganado de Santa Coloma de La Quinta fue la base sobre la que se cocinó el penúltimo festejo del abono. Y con lo que se volvió a demostrar que a la gente lo que le tira son los toreros, las figuras, y los toros que lidien les da igual. La prueba estuvo en que el aforo no llegó a cubrirse en sus tres cuartas partes, cuando un día antes se acabó el papel para los principales.
Los toros de Martínez Conradi dieron espectáculo. Bravos en el caballo en la muleta tuvieron un comportamiento dispar con tres ejemplares que destacaron, el tercero y, sobre todo, el cuarto y el sexto, premiados con la vuelta al ruedo, pidiéndose, incluso, el indulto para el cuarto. No terminó de ser glorioso su paso por la feria ya que sólo se paseó una oreja. La última suerte también cuenta y en esta ocasión sonó desafinada.
Se ovacionó al romperse el paseíllo a El Cid, que más que guerrero estuvo artista con su primero, toreando muy despacio, con las plantas quietas, ligando y vaciando las embestidas de un toro pronto y alegre en sus acometidas y que al verse superado rebajó su ímpetu, fijándole el sevillano más allá de las rayas para apurarle totalmente.
El cuarto protagonizó otra pelea espectacular en varas y fue franco y repetidor en el ultimo tercio, echándose El Cid la muleta a la zurda desde el primer momento y por ese pitón desarrolló un quehacer que fue de menos a más y terminó con el de La Quinta uncido como en una noria al engaño. Se escucharon voces pidiendo el indulto pero el de Salteras optó por acabar con él y sus fallos con el acero le privaron de la puerta grande, siendo el astado premiado con la vuelta al ruedo.
El segundo, abanto y huidizo de salida, se empleó bravamente en el caballo, pero en la muleta embistió con genio y sin entrega, obligando a Daniel Luque a una continua porfía que no tuvo recompensa. Quiso aprovechar una arrancada para matar, pero sin suerte, tardando luego mucho en ponerle a los pies de las mulillas.
Sin llegar a los 500 kilos, el quinto tuvo un trapío impresionante pero poca gracia en el último tercio, embistiendo sin entrega y quedándose muy corto y echando la cara arriba a mitad del muletazo. No tuvo opción alguna Luque.
Fueron muy aplaudidos el tercero, al hacerse presente en el ruedo, y Emilio de Justo al recibirle a la verónica. Luego el animal evidenció muy poca fuerza y su matador le tuvo que dar mucho tiempo y confianza para que aflorase su nobleza y embestir humillado y repetidor, firmando una faena templada y suave en la que, dejando lucir a su oponente, le sacó todo lo que tuvo en un trasteo muy largo y que estropeó con la espada.
Parsimonioso y pausado fue el inicio de faena al sexto, codicioso e impetuoso y cuyas arrancadas supo canalizar y gestionar con templanza, haciendo de la ligazón virtud precisa para que no le tropezase la tela y llevar él la iniciativa, perdiendo el triunfo al tardar en doblar el toro.